martes, 1 de mayo de 2012

¡DE DÓNDE SALE ESTE?

Evangelio según San Mateo 13,54-58. Y, al llegar a su pueblo, ...

Es normal que cuando nos habla alguien del que no sabemos nada y no le conocemos, nos cuesta creerle. Primero, antes que escucharle y reflexionar lo que nos dice, nos preguntamos por su procedencia, su identidad, su pertenencia y origen. Y, casi siempre, dependiendo quien sea y de dónde venga, nuestra confianza estará sometida a ello.

Jesús no es una excepción y sus palabras no son de todo bien acogidas. Se pone en duda su sabiduría y se preguntan de dónde le viene, pues es un simple carpintero de una aldea insignificante. ¿Que títulos tiene para hablar de esa manera y con esa sabiduría? ¿No nos identificamos nosotros con ellos? ¿No nos haríamos nosotros esas mismas preguntas?

Creo que en un intento de ser sinceros diríamos que haríamos lo mismo. Depende del currículum del que escriba o hable, será la audiencia y su escucha, y también su aceptación. Desde ahí podemos entender como Jesús quiso y eligió nacer muy humilde, desapercibido y anunciado a los más, también, humildes pastores de la época, la clase más marginada y descualificada.

Y es que en la humildad es cuando verdaderamente somos probados. Porque en las riquezas y poder tenemos mucha influencia, y también muchos amigos. Somos aceptados, incluso sin decir nada que valga o aportar algo de verdad. Nada importa sino su poder y riqueza. La parábola del hijo prodigo nos retrata muy bien esta imagen.

Así, Jesús nos dice que un profeta no es bien recibido en su casa, y experimentamos que así ocurre, y continúa ocurriendo. Por eso, pidamos con todas nuestras fuerzas que nuestro corazón sea humilde para, como María, dejarnos invadir por la confianza y la fe de creer en la Palabra de Jesús. Amén.