sábado, 1 de diciembre de 2012

ES LO ÚNICO QUE VALE...


 Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 21, 34-36

en este mundo, pues, ¿para qué vale ganar todo lo que se desea ganar si al final todo se pierde. Por eso, y desde esa reflexión, no entiendo a la gente de este mundo, porque viven como si todo les fuese aquí, y luchan como si se fuesen a quedar aquí para siempre.

Y la gran contradicción es que sabiéndolo nada cambia en sus vidas ni se cuestionan cambiar. Si acaso se resignan a permanecer en la ignorancia y a arriesgarse a perderse para siempre. Porque solo hay una puerta, y pasada esa puerta ya no hay posibilidad de volverse atrás ni de cambiar nada.

Así que podremos decir que solo se vive una vez, y una vez para siempre. Realmente, ¿somos conscientes de lo que nos jugamos? Confieso que ese ha sido siempre el comienzo de mis inquietudes y camino. De joven me sobresaltaba en la cama al acostarme y pensar que de condenarme sería para siempre. Hoy creo que ha sido un regalo del Señor darme esa visión o pensamientos de encontrarle aún por santo temor.

El temor de aspirar a la vida eterna, al gozo y la felicidad que encuentras en el amor y en el darte. Experimentas, luego, el gozo de gustar hacer el bien y amar, porque descubres que lo que buscas en el egoísmo, poder, riquezas y...etc., no se encuentra ahí, simplemente está en el amor.

Y es cuando te decides a amar, y amando descubres que eres libres, que nada te atemoriza, que lo haces confiado en la Misericordia de tu Padre, y que cuando llegue ese momento de atravesar la única puerta, te sabes acompañados y recibido con los brazos abierto. Luego, ha desaparecido el temor y solo permanece el amor. Amén.