miércoles, 23 de enero de 2013

EL HOMBRE, CENTRO DE LA LEY

 (Mc 3, 1-6)

Se hace necesario legislar y tener leyes que regulen la vida de los hombres. Sin referencias que nos marquen un camino estaríamos desorientados. Sin embargo, eso no debe cegarnos hasta el punto de que las leyes se antepongan al bien y derecho de los hombres.

Son las leyes las que deben estar para proteger y defender el derecho del hombre a la Ley Natural. Es el hombre el centro y motivo principal para que existan leyes que lo distinga y singularice de todo lo que existe. Porque todo está hecho para bien y salvación del hombre.

No es la ley la que determina el qué y por qué del hombre, sino que es la ley la que debe estar en función de defender y proteger los derechos del hombre. Así, toda ley que regule una norma debe ser incumplida cuando esa norma atente contra el bien del hombre. Es el sábado o domingo día de descanso, pero ese descanso debe estar sometido al bien común del hombre.

Ahora, también debemos determinar cuales son esos bienes del hombre, porque podemos estar defendiendo egoísmos y ambiciones que no ayudan a la dignidad propia del hombre. Así, muchos derechos inviolables de la dignidad humana son violados en beneficio de intereses económicos e ideologías partidistas. 

Siempre será prioritario salvar una vida humana a matarla, y nunca se podrá anteponer la ley a este derecho inviolable del hombre. Está la ley para servir, y no al revés. Si así fuera dejaría de ser ley y pasaría a ser dictadura e imposición. Por eso, Jesús fue perseguido, porque aplicó la ley en defensa del hombre y no al revés.

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