viernes, 4 de enero de 2013

NECESITAMOS DAR UN PASO

Juan 1, 35-42


Supongo que la predicación de Juan el Bautista no movió a muchos a disponerse en una actitud de búsqueda y de respuestas a esas preguntas universales que yacen dentro de cada hombre. Supongo que hoy sucede lo mismo, y que siempre ha sido así.

Muchos no somos capaces de dar un paso hacia adelante. A pesar de tener esos interrogantes en el primer plano de nuestra vida, permanecemos quietos, inmóviles. No queremos salir de la situación que tenemos, nos asusta y sentimos miedo, o comodidad. Buscamos asegurarnos, razonar y ver. Nos autoengañamos y nos respondemos distorsionando la realidad. Buscamos justificaciones que nos tranquilicen y justifiquen el por qué de nuestra pasividad.

Nuestra razón nos inquieta, nos da respuestas, quizás no completas, pero sí razonables, fundadas y necesitadas de una parte de fe que la haga saltar y moverse. Luego, la experiencia del encuentro irá dando lo que falta, y siempre, durante toda nuestra vida faltará algo, hasta llegar al momento del verdadero encuentro cara a cara al atardecer de nuestra propia vida.

Cuando no somos capaces de proceder como otros, y sentimos en lo más profundo de nuestro ser que deseamos hacerlo, procedemos a justificarnos y se produce el autoengaño. Es la autotraición de justificar aquello que pensamos deberíamos hacer y no hacemos. Y así pasamos nuestra vida, mintiéndonos y atormentados aunque no queramos admitirlo, hasta el punto de que nuestro corazón se haga un callo duro y cerrado que se cierra a todo.

Andrés y Juan, discípulos de Juan el Bautista, nos testimonian hoy cómo responder a la llamada de Jesús. Primero están abierto a la predicación de Juan, dejan que sus palabras entren en sus corazones y hagan el milagro de transformarlos, pero luego, obedecen a Juan cuando les señala al verdadero y único Mesías, al Salvador y Redentor que viene, enviado por el Padre, a redimirnos.

El encuentro con Jesús es el primer paso. Un encuentro que será el que nos cambie, el que nos termine de transformar, de hacernos ver, de guiarnos y de fortalecernos en el amor a Jesús y, en consecuencia, en el amor a los demás. Habrá riesgos, dudas, tribulaciones, fracasos, tristezas, alegrías, triunfos...etc., habrá de todo, pero ese es el camino. Un camino de lucha, de renuncias y de sacrificios, pero siempre camino hasta llegar al final, punto de partida donde todo será gloria y gozo eterno.

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