lunes, 7 de enero de 2013

SEGUIR PARA CAMBIAR

Evangelio según San Mateo. Capítulo 4, 12-17. 23-25

No se puede seguir a alguien y estar siempre en el mismo lugar. Seguir implica moverse, y moverse significa cambio de lugar, pero también de actitud. Porque cada lugar trae una vivencia diferente y una forma distinta de entender la vida. Cada problema tiene un enfoque y tratamiento según el lugar donde se produzca, y eso nos compromete a cambiar y a tratarlos todos desde el amor.

Por eso, no hay distinción de clases, ni de razas o color. Todos los hombres son iguales, y todos merecen y necesitan escuchar el mensaje de salvación que Jesús les propone. Un mensaje que resuelve todos los problemas independientemente de donde se produzcan porque los trata desde la vivencia del amor, y ese amor perdona, hace justicia y defiende la dignidad del hombre por el hecho de ser hijo de un mismo Padre Dios.

Jesús recorre todos los lugares y predica que vivir significa amar al Padre Bueno del Cielo, porque todo ha sido creado por Él para el bien de todos los hombres. Y Él es el enviado para anunciarlo y dárnoslo a conocer, y también a merecerlo para nosotros con su Muerte y Resurrección. Enseña en las sinagogas y proclama el Evangelio. Su fama se extiende por toda Siria y cura a todos los enfermos que le traían aquejados de toda clase de enfermedades y dolores, endemoniados, lunáticos y paralíticos.

Y le seguían multitudes venidas de Galilea, Décapolis, Jerusalén, Judea y Trasjordania. Pero no se trata de seguir buscando la solución del problema o enfermedad. Se trata de un cambio de vida que nos mueva dar un giro de trescientos sesenta grados y transformar nuestro corazón en un corazón de amor y disponibilidad. 

Jesús nos invita a amar al Padre, pero amar al Padre, que no vemos ni podemos tocar, lo podemos hacer como si fuera tocarle y verle amando a los hombres con los que se cruza nuestra vida. Haciéndolo así le estamos viendo y tocando. Ese puede ser nuestra petición de estas fiestas de reyes. Pedir un corazón de amor para acercarnos en esa actitud amorosa de servicio a los que caminan con nosotros en nuestra vida. Si lo pedimos, eso que es precisamente lo que Él nos pide, nos lo concederá.

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