domingo, 24 de febrero de 2013

EL PREMIO DEL ESFUERZO

(Lc 9,28-36)

Todo lo que gusta y es bueno, merece y exige un esfuerzo. Nada, lo hemos oído muchas veces, se consigue sin esfuerzo, y el camino que tenemos que recorrer a lo largo de nuestra vida, exigirá también esfuerzo. Por eso, solos aquellos que persigan dar alcance a esa inquietud y sed interior de vivir la vida eterna, se pondrán en camino.

Y solo en el camino encontrarán el gozo del Tabor, porque tras la subida cansina y agotadora, el esfuerzo y en la oscuridad, se alcanza y se produce el encuentro con Aquel que buscamos sin saberlo. Así, Pedro, Santiago y Juan, que perseveraron en el seguimiento a Jesús, una vez terminada la subida, aunque agotados y exhausto, gozaron de la dicha de contemplar la Divinidad del Señor.

Es primero el esfuerzo, la oscuridad vencida y la fe ciega en Aquel que nos llama, que, primero, nos busca y nos exige solo el dejarnos buscar. Así, producido el encuentro, el gozo del Tabor también nos inundará a nosotros.

Pidamos al Padre que nos dé el aliento de seguirle, aún en los momentos cansinos, fatigosos y oscuros que la montaña nos presenta, convencidos que llegaremos a presenciar la Única y Verdadera Luz que buscamos.

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