lunes, 25 de marzo de 2013

VER PARA CREER

(Jn 12,1-11)

Nos importa más, ver el efecto que la Causa que lo origina. Es decir, estamos más preocupados e interesados en ver el milagro para creer, que fiarnos de la Palabra de quien habla y proclama. Es lógico que, por nuestra naturaleza humana, pobre y limitada, necesitemos ver las obras para creer. Jesús así nos lo dice en un momento de nuestra incredulidad: Si no creen en Mí, al menos creerme por mis obras.

Por eso, la gente está interesada en ver a Lázaro, aquel amigo de Jesús a quien Él había resucitado. Y muchos al verlo, creyeron. También, por este motivo, los sumos sacerdotes decidieron dar muerte a Lázaro, pues su presencia era testimonio y poder del Hijo de Dios. Y eso les estorbaba, les estropeaba y ponía en peligro su posición y poder.

Posiblemente ahora suceda lo mismo. Ha pasado mucho tiempo, pero dentro de nuestro corazón todo sigue igual, el tiempo no cuenta. Ocurre exactamente lo mismo. Nos cuesta creer y necesitamos ver sus obras para creerle. Se suele decir y oír mucho esa frase con la que queremos justificarnos: "Nadie ha venido a contárnoslo". Ya lo pedía también el rico epulón en su agonía eterna.

Tengamos fe, pidamos fe, y no seamos alabanza y gloria de un día. Sigamos al Señor en toda su Pasión, desde el huerto de Getsemaní hasta el monte Gólgota. Y hagamos el mismo recorrido durante nuestra vida, en la esperanza de verle de nuevo con toda su Gloria en la segunda venida.

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