miércoles, 17 de abril de 2013

HAMBRE Y SED DE VIDA ETERNA

(Jn 6,35-40)


No hay otra cosa más importante para el hombre que perseguir la vida eterna. Por eso se mueve y trabaja; por eso se esfuerza y estudia; por eso es capaz de darlo todo, porque quiere vivir para siempre. Imaginar otra cosa es perder la verdadera razón y sentido de la vida. El hombre busca la felicidad en la eternidad. Esa es la verdadera razón de su hambre y su sed.

Y Jesús, enviado del Padre, conoce cual es la Voluntad del Padre: "Darnos esa felicidad eterna", y nos la ofrece: «Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed. Na hay nada tan claro, sin lugar a ninguna duda ni confusión, que estas Palabras de Jesús. Nadie podrá alegar ni justificar que no ha entendido. Quizás, sí, podrá decir alguno que no lo ha oído porque otros se han callado y despreocupado de decirlo.

Por todo ello, pensar que la Misericordia de Dios nos libra de toda responsabilidad, es pensar muy laxamente y tomarse las palabras de Jesús a la ligera. Tenemos una gran responsabilidad: "Ir al encuentro del Señor y creer en Él". Si esto no lo hacemos de forma seria, responsable y comprometida tengamos en cuenta que nuestra eternidad puede estar en peligro.

Seamos sensatos y pidamos al Espíritu Santo que nos fortalezca y nos guíe por el camino que conduce al encuentro de Jesús y a vivir en el ejercicio de hacer la Voluntad del Padre. Amén.

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