lunes, 6 de mayo de 2013

CON EL DEFENSOR NO HAY NADA QUE TEMER

(Jn 15,26—16,4)


Esa es la misión del Paráclito: la de defendernos, fortalecernos, enseñarnos, recordarnos y acompañarnos en el duro camino que significa ascender con Jesús hacia la cruz de nuestra propia vida. Porque caminar al lado de Jesús nos implica a vivir a su estilo, y su estilo es simplemente amar a todos hasta entregar su vida si fuese necesario.

En Él se dio esa circunstancia, fue condenado y asesinado en una muerte de cruz por el rechazo de los hombres a creerle el verdadero y único Hijo de Dios, y en muchos de los que le han seguido ocurrió y ocurre lo mismo. Y en todos hay un denominador común: sufrirán la burla, el escarnio, las ofensas, persecuciones, rechazos...etc.

Pero no vamos solos, el Defensor nos acompaña y nos dará en cada momento las fuerzas y la valentía que necesitamos para superar las pruebas. Bien sabe Jesús de nuestras debilidades, miedos y temores. Por eso, nos lo dice y advierte para que no desesperemos ni defallezcamos. Él volverá, y nos prepara un lugar junto al Padre. A pesar de nuestra cruz, no perdamos la esperanza porque el Defensor nos protege y nos asiste para que, ocurra lo que ocurra, nuestro final sea glorioso junto al Padre.


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