jueves, 30 de mayo de 2013

YO TAMBIÉN CREO

(Mc 10,46-52)


La fe es un don de Dios, pero ese don necesita, para ser dado, una colaboración personal muy especial, y es que necesita la buena intención libre de buscarla y pedirla. Supongo que el Señor nos ha hecho libres para eso, para que colaboremos con Él. No cabe ninguna duda que nos ha creados sin pedirnos permiso ni contar con nosotros, pero si nos quiere salvar contando con nuestra colaboración.

Y es que el Amor necesita libertad tanto para darse que como para recibirse. De ser obligados a amar se rompería la libertad del amor. El amor es verdadero amor cuando es libre, libre de recompensas, de intereses, de egoísmos...etc. Y así lo ha querido expresar y manifestar nuestro Padre Dios.

Por eso hemos de pedir el don de la fe constantemente, porque no depende de nosotros sino en la voluntad de querer creer. Es verdad que con los años experimentamos que nuestra fe crece o decrece, y eso nos testifica que nuestros esfuerzos por perseverar y estar en el camino no pasan en balde. El Señor premia nuestra insistencia y perseverancia aumentando nuestra fe.

Pero eso no solo basta. Necesitamos estar bien alimentados y agarrados al Señor, y para eso tenemos los sacramentos: Penitencia y Eucaristía, que nos alimentan y fortalecen, cuidando que nuestra fe, por la Gracia de Dios, continúe creciendo. ¡Nunca, nunca dejemos de gritar (orar) para que Jesús se detenga y abra nuestros ojos a la luz de la fe!

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