sábado, 13 de julio de 2013

DISCÍPULOS Y MAESTROS

(Mt 10,24-33)


Señor, si Tú has sufrido hasta una muerte de Cruz, y todavía hoy continúas sufriendo mis ofensas y también mis indiferencias; mis apegos y comodidades... ¿cómo pretendo yo tener un camino más cómodo? ¿Acaso soy mejor que Tú? ¿Acaso merezco más que Tú? ¿Acaso puede el discípulo y esclavo ser más que su maestro?

Descubre en mi corazón Señor la luz que ilumine mi vida para comprender que mi verdadero camino es un camino de Cruz como el Tuyo. Y dame la fortaleza de asumirlo y aceptarlo; de compartirlo y vivenciarlo en mi vida, porque amaré en la medida que serviré a mis hermanos.

Y para servir hay que igualarse porque, si estás por encima o por debajo difícilmente podrás servir. Mejor serás servido o servirás por obligación. El servicio se hace servicio cuando es desinteresado y gratuito, porque esa actitud revela que es por amor. De nos ser así es servidumbre por trabajo.

Lo que queda es lo que perdura, y nada perdura sino el amor. En el recuerdo permanecen los actos buenos que hacen las personas. Se habla de ellas, no por lo que han tenido sino por lo que han hecho de bueno, y es eso, el amor, lo que nos hace feliz. Por eso, solo seremos felices en el Amor de Dios y cuando descansemos en Él.


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