viernes, 8 de noviembre de 2013

ME SORPRENDE QUE TÚ NO ACTÚES IGUAL

Lc 16, 1-8

Esa es la pregunta que muchas veces me hago: ¿cómo es posible que las personas vayan por la vida sin pensar en el momento de la muerte? Porque si así fuera, su actitud y su manera de vivenciarla sería diferente. Porque, ¿qué pasará cuando llegue el momento de mi despido? Despido de este mundo. ¿De y cómo voy a vivir en el otro?

Hoy, el mayor problema de todos los españoles es el paro. La gente se pregunta cómo voy a vivir si no consigo un trabajo. Es la misma pregunta que se hizo el administrador infiel: ¿Y ahora qué? Y su inquietud y preocupación le llevó a actuar de una manera determinada. Trato de buscar soluciones a su despido y a su futuro, y lo puso por obra. Esa actitud la alabó el Señor, porque descubre astucia y disposición a moverse y tomar riesgos. Riesgos porque quiere salvar su futuro.

¿Y nosotros? ¿Qué hacemos para solucionar nuestro futuro? Porque el trabajo y la vida de este mundo termina para empezar otra. Eso nos ha prometido Jesús, y su Palabra es Palabra de Vida Eterna. Él ha vencido la muerte y, también nosotros la venceremos en Él. ¿Qué hacemos, como ese administrador infiel, para salvar nuestro futuro? La solución está en nuestras manos, porque las del Señor no fallan.

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