viernes, 21 de febrero de 2014

YO SEÑOR QUIERO SEGUIRTE

(Mc 8,34-9,1)


La mayor parte de mi vida Tú Señor has sido mi meta. Desde muy temprano mis inquietudes nacían de vivir según tu Voluntad. Pronto, en la adolescencia, descubrí eso que Tú me dices hoy: "¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si arruina su vida? Y hoy descubro que has sido tu Espíritu quien me ha guiado y ha inquietado mi alma.

Primero te doy gracias, Dios mío, y después reafirmo hoy, a los 68 años de mi vida, mi seguimiento total a Ti y sin condiciones, porque Tú, Señor, tampoco me pones ninguna. Eso sí, siempre pidiéndote y contando con tu Gracia para poder seguir tus pasos, pues Tú sabes quién soy y lo pecador que soy. Yo, Señor, ¿qué puedo hacer? 

Te entrego toda mi miseria, todos esos innumerables fallos que he dejado detrás de Ti al esforzarme en seguirte. Todos mis cambios de pasos y mis fracasos. Mis pérdidas de tus huellas y todos mis pecados. Te sigo y continuo con esperanza porque de Ti he aprendido que Tú lo que quieres son mis pecados, y yo lo único que tengo para darte son también mis pecados.

Has venido para eso, para lavar y limpiarme de mis pecados. Es lo que me pides porque es lo único que no tienes. Tú, Señor, eres Inmaculado, limpio de toda mancha, Infinitamente Bondad y Amor. Y yo pecador que te entrega sus pecados y mi libre y voluntario arrepentimiento que, por tu Gracia, me has concedido decidir. Por eso te pido fuerzas, voluntad y sabiduría para negarme y soportar mi cruz caminando detrás de Ti.

Tú, Señor, eres mi poder y mi fuerza, y contigo podré vencer mi pobre humanidad caída por el pecado.

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