martes, 8 de julio de 2014

CEGADOS POR SATANÁS

(Mt 9,32-38)
 
Nuestra alma está tocada por el pecado original. Nacemos manchados y predispuestos al pecado, y de eso se aprovecha Satanás. Por el Bautismo somos limpiados y fortalecidos en el Espíritu Santo para resistirnos al poder diabólico de Satanás y poder salir victorioso. Es la lucha constante de cada día y en la que, por la Gracia del Espíritu Santo, somos candidatos seguros a la victoria.

Por eso, nuestra sociedad y unidad al Espíritu de Dios debe ser constante, fortalecida cada día por la oración y la Eucaristía, y por la frecuente Penitencia que nos fortalece y nos derrama la Gracia de Dios. Hoy, el Evangelio, nos habla de esa experiencia que experimentamos cuando de nuestro corazón manchado es expulsado el demonio. Sentimos alivio, alegría y sobre todo paz. Lo he oído en más de una ocasión.

Y nuestra mente se aclara, comprendemos cosas que antes se nos escondían, y la vida, sin por eso cambiar ni ser más suave, sí es más llevadera y más soportable. Bien es verdad, que, como le sucedió a Jesús, experimentamos compasión y pena al ver a tanta gente mal encaminada y sin referencias claras que le abran caminos de esperanza y de fe en el Señor. Y eso debe interpelarnos y de comprometernos.

Pidamos luz, fuerzas y constancia para no desfallecer, y para que nuestra vida sea camino de lucha y esperanza para otros apoyados en el Espíritu Santo y a través de este maravilloso medio que pueden ser los blogs y  este mundo de la Biosfera.

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