viernes, 25 de julio de 2014

CON LA CRUZ A CUESTA

(Mt 20,20-28)


No hay otro camino que el camino de la Cruz. Querer o pretender seguir a Jesús sin estar dispuesto a cargar con la cruz de cada día, es querer engañarte y falsear el seguimiento al Señor. Jesús lo ha dejado muy claro, pues su Vida es un ejemplo de aceptar la Cruz que su Padre le pide en remisión y salvación del pecados de los hombres. Y Él acepta voluntariamente, libremente por Amor.

De la misma forma, quienes, voluntariamente y libremente, quieran seguirle, tienen el camino  bien señalado y no deja lugar a dudas. Jesús entrega su Vida por Amor en redención por los pecados de todos los hombres, y eso significa disponer de su Vida en entrega y servicio por Amor. Esa es la ruta que nos marca y que, al parecer, muchos, como le ocurrió a la madre de los hijos de los Zebedeo, no han entendido o son vencidos por la vanidad humana.

No es el camino de seguimiento al Señor un camino de escalada, ni de trepar títulos, reconocimientos ni de honores...¡No!, se trata de un camino de servicio, de situarse en la cola para servir, empezando por el último y más necesitado, hasta el primero y más capacitado. Es un camino de purificación agachándote y doblando tus rodillas para lavar los pies a los excluidos y más pobres. Es un camino de humillarse y beber toda la humildad que limpia tu corazón de soberbia y orgullo.

Es un camino al estilo único e irrepetible de Jesús, que sólo podemos recorrer y tratar de imitar abiertos a la acción del Espíritu Santo y acogidos a la compañía de María que, como Madre, intercede por nosotros.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.