miércoles, 23 de julio de 2014

LA VID Y LOS SARMIENTOS

Jn 15, 1-8


A nadie se le esconde la necesidad que tienen los sarmientos de estar unidos a la vid para dar frutos. La vid los alimentas y los hace productivos, pues alejados de ella se debilitaran y dejaran de dar frutos. Serán pues apartados y quemados al fuego.

De la misma forma, hoy, nos dice Jesús: "Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en Mí y Yo en él, ese da fruto abundante, porque sin Mí no pueden hacer nada". Todos los que nos esforzamos en seguir a Jesús experimentamos difícultades, obstáculos que nos son casi imposible salvar. Nuestra debilidad humana, propia de nuestra naturaleza pecadora, nos somete y esclaviza frente a las ofertas y tentaciones de este mundo.

Sin embargo, también experimentamos que unidos al Espíritu del Señor, e injertados en Él, la cosa cambia. Cristo y yo mayoría aplastante. Todo se vuelve de otro color; nuestra voluntad crece y nos sentimos fuertes y capaces de superar nuestras propias debilidades. Y más todavía, nos sabemos acompañados, queridos y perdonados en los momentos de debilidad y de caída. Somos conscientes de nuestras flaquezas y en ellas experimentamos nuestra debilidades, pero, por eso, también descubrimos la necesidad de caminar junto al Señor.

Porque es, como diría Pablo, en nuestras debilidades nos sentimos fuertes por la Gracia de Dios, pues Él nos da su Gracia para resistir y vencer los obstáculos que nos salen en el camino.

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