lunes, 25 de agosto de 2014

MIRA TU TESTIMONIO Y, LUEGO ALUMBRALO CON TU PALABRA

(Mt 23,13-22)

No conviene hablar lo que no se estás dispuesto a vivir. Porque, de hacerlo, das mal ejemplo, y aquel que se ha acercado al Reino de Dios puede escandalizarse por tu contradictorio testimonio y alejarse del Señor. Por eso, se hace muy importante conjugar lo que se dice con lo que se hace, y hacer el esfuerzo porque  ambos verbos concuerden en palabras y acciones.

No una sola vez, sino varias nos ha advertido el Señor de lo grave e importante que es el testimonio. Hasta tal extremo que nuestra confesión de amor y fe está supeditada en el amor a los demás. Y ese amor a los demás será nuestra cruz de cada día, porque es ahí donde escuece el amor y donde se acrisola al calor del fuego el único y verdadero Tesoro.

Será mejor callar que hablar con mentira, porque decir y hacer lo contrario es mentir. Por eso, pidamos la fortaleza, la voluntad y la sabiduría en el Espíritu Santo para que nuestra vida sea reflejo de nuestra palabra, y nuestra palabra sea la Voluntad de la Palabra de Dios.

Y seamos prudentes con lo que decimos, porque decir y no hacer, al menos sea la preocupación y el esfuerzo centro y más importante de nuestra vida, es mejor callar. Pongamosno en Manos del Espíritu de Dios y dejemosno dirigir por su Voluntad.

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