sábado, 9 de agosto de 2014

NO TEMAMOS LA MUERTE DEL CUERPO

(Mt 10,28-33)

Vivimos con mucho miedo, miedo sobre todo a la muerte, algo tan evidente y cierto que todos sabemos. Sin embargo, ¡qué contradicción! Teniendo la oferta de la vida, la despreciamos para elegir la muerte. No se entiende, pero la realidad nos dice eso. Buscamos la vida, pero elegimos la muerte.

Jesús nos habla hoy de eso. Nos anima a no tener miedo de las cosas, enfermedades, por ejemplo, que matan al cuerpo, pero no pueden matar al alma. Porque eso no es la muerte, sino la puerta para entrar en la otra y verdadera vida, la eterna y gozosa.

Sí tenemos que temer al pecado, que nos tienta y que nos aleja de nuestro Padre Dios. Porque eso si nos mata el cuerpo y también el alma, y nos pierde para la vida eterna, pues rompe nuestra amistad con Dios. Ese es nuestro verdadero peligro y al que debemos enfrentarnos cada día injertado y asistido por y en el Espíritu Santo.

No nos atrevamos a luchar solos porque tenemos todas las de perder, pero en y con el Espíritu saldremos siempre victoriosos.. Infunde en nosotros Señor la valentía y la Gracia de estar siempre de tu parte, para que en la hora de presentarnos ante Ti tengamos de nuestra parte la defensa y Misericordia de tu Hijo Jesús, Dios e Hijo Verdadero. Amén.

2 comentarios:

  1. Hoy, precisamente, hemos sabido de la muerte de la Hermana Chantal Pascaline, que hizo de su vida una entrega a Dios y al prójimo...

    ResponderEliminar
  2. Tenemos que mirar la muerte con mucha esperanza y, me atrevo a decir, con gozo y alegría. Es el momento que marca el final de nuestro camino en este mundo y la cita, ¡la hermosa cita! con nuestro Padre Dios.¡ Que gozo el ver todo ya sin titubeos ni tentaciones! ¡ya no nos hará falta la fe ni la esperanza, estamos delante del Señor! Solo quedará el Amor para la eternidad.
    Yo estoy ya cerca, tengo 77 años y por muy bien que me vaya, realmente estoy bien, mi tiempo se acaba. Y lo vivo con esperanza apasionada en pensar que me voy a encontrar pronto con el Señor. Claro, con cierto temor por mis fallos y desplantes que habré cometido, pero muy esperanzado en la Infinita Misericordia de nuestro Padre Dios.
    Un fuerte abrazo en Xto. Jesús.

    ResponderEliminar

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.