martes, 2 de septiembre de 2014

AUTORIDAD, EJEMPLOS Y CLARIDAD



No son palabras oscuras, confusas o dubitativas. Su Palabra es clara, concisa y firme, y no da lugar a duda. Además es proclamada con la autoridad y sus ejemplos, entre sacados de la vida del pueblo, dan testimonio de lo que proclama con nitidez y claridad. Y, sobre todo, acoge, se preocupa y cura. Cura dolencias y enfermedades.

Lo que proclama responde y es coherente con la Palabra que sale de sus labios. Jesús sorprende porque es diferente y proclama con autoridad. La autoridad que le viene dada de ser el Hijo de Dios Vivo. Desprende admiración y su fama se extiende por todos los lugares de la comarca. 

Posiblemente, tanto a ti como a mí nos atrae su Palabra, y nos gusta y nos sorprende. Sentimos admiración por su Persona y por su Vida. Sin embargo, no nos decidimos por responderle de forma firme, segura e incondicional. Ponemos peros y le seguimos con pasos dubitativos e indecisos. 

Como los apóstoles nos asaltan las dudas y no llegamos a comprenderle, pero, al contrario que ellos que optaron por seguirle y entregar sus vidas por Él, nosotros seguimos dando pasos indecisos y llenos de contradicciones. Nos hace falta valor y sucumbimos ante las heridas de nuestros propios pecados. Necesitamos fortalecer nuestra voluntad y apuntalar nuestra fe para no desfallecer ante las adversidades.

Te pedimos, Señor, la Gracia de saber soportar los momentos de zozobra y huracanes que azotan nuestra pobre naturaleza herida por el pecado, e injertados en Ti fortalecernos por la savia de tu Gracia para, como los apóstoles, no bajarnos de tu Barca. Amén.


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