miércoles, 3 de septiembre de 2014

BUSCAR LA SALVACIÓN ETERNA

(Lc 4,38-44)

Te pido Señor que no busque mi bien en este mundo, porque ganar aquí supone perderte a Ti. Tú te pones el último y al servicio de todos. ¡Quizás esa sea la clave de tantos que buscamos al Señor! No lo hacemos por un deseo firme de cambiar y desprendernos de nuestros egoísmos, sino por buscar la cura de nuestras enfermedades. Y, lo peor, que curados no nos ponemos al servicio, como la suegra de Pedro, sino que nos olvidamos y seguimos encerrados en nuestros egoísmos.

Peor todavía, le rechazamos cuando descubrimos que nos cuesta esfuerzo abrirnos al perdón, a la entrega y servicio de los demás. Cuando experimentamos que sin estar con y en Él no podemos dar un paso, y, en lugar de buscarlo, huimos de su presencia. Porque su presencia nos cuestiona, nos interpela, nos inquieta y nos invita, nunca nos impone, a cambia, a salir de nosotros mismos y morir a nuestras ambiciones y apegos, a nuestras satisfacciones y egoísmos.

Sin lugar a duda, nuestra naturaleza, herida y enferma por el pecado, nos somete y nos arrastra al vicio, a los apegos y apetencias. Buscamos, pues, saciarnos y satisfacernos y sólo miramos el bien de nuestro egoísmo. Por eso, Señor, dame la sabiduría de buscarte, no en tanto satisfacerme, sino en sanar mi alma y convertir mi endurecido corazón en un corazón de carne, generoso y entregado al servicio por amor.

Señor, dame la Gracia de buscarte para, asistido por el Espíritu Santo, ser tu testigo y ayudarte, en lugar de reclamarte sólo para mí, a proclamar tu Mensaje. Un Mensaje de Amor y de Vida Eterna. Amén.

2 comentarios:

  1. Buscar a Dios... tema fundamental, para no tener que decir como san Agustín...' ¡tarde de amé!'

    Sin embargo, hoy tu reflexión me recuerda unas palabras del Papa en una homilía donde decía que también Dios nos busca, y 'no le gusta perder'. Él busca con alegría y «con una debilidad de amor».

    ResponderEliminar
  2. Evidentemente, buscas a Dios porque Él primero ha dado el paso de crearte y de poner su impronta en tu corazón. Pero te ha dejado la libertad de elegir y querer dejarte encontrar por Él o rechazarle. En ese sentido no entiendo como se puede vivir sin dar respuesta a ese deseo interno sellado en tu corazón de desear la Vida en plenitud para la eternidad.
    Gracias por estos comentarios que me ayudan a reflexionar y a avivar mis deseos de traer al Señor al primer plano de mi vida. Experimento algo como los de Emaús que, precisamente, es el Evangelio del domigno y del que ya he hecho la reflexión correspondiente.
    No sé si verás estos comentarios ni si estás todavía en el mundo virtual de la Blogosfera. Piensa que harías mucho bien. No quiero con ello presionarte, solo que si puedes, aunque sea lo que sea, tu presencia puede estar siendo falta a muchos que te están esperando.
    Un fuerte abrazo en Xto. Jesús.

    ResponderEliminar

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.