martes, 21 de octubre de 2014

¡EN ESTADO DE ALERTA!

(Lc 12,35-38)

Hoy parece una frase muy oída y con frecuencia empleada. En estos días algunas islas del archipiélago canario están en alerta. Concretamente en Tenerife cayó bastante agua hasta el punto de perder la vida una persona de 56 años al ser arrastrada por las aguas. No sabemos cuándo puede caer otra igual. Ya van varios años ocurriendo temporales que dejan su huella y hacen graves destrozos.

Necesitamos estar pero que muy alerta, porque la lluvia no avisa, aunque tenemos medios para predecirla y prevenirnos. No obstante, vemos que siempre hay muchos despistados y les coge infraganti. Hoy, el Evangelio nos habla de estar vigilantes porque el Señor llega también sin avisar. Tenemos la promesa de que vendrá, pero no sabemos cuándo, dónde ni cómo.

Las Palabras de Jesús son breves, pero muy claras y profundas: «Estén ceñidos vuestros lomos y las lámparas encendidas, y sed como hombres que esperan a que su señor vuelva de la boda, para que, en cuanto llegue y llame, al instante le abran. Dichosos los siervos, que el señor al venir encuentre despiertos: yo os aseguro que se ceñirá, los hará ponerse a la mesa y, yendo de uno a otro, les servirá. Que venga en la segunda vigilia o en la tercera, si los encuentra así, ¡dichosos de ellos!».

Sin embargo, estamos más pendiente del parte meteorológico que del futuro de nuestra vida. ¿Y qué es más importante? Porque en la tormenta, a la que hay que prestar atención y tener cuidado, podemos perder la vida, pero nunca nos la podrá quitar porque la recuperaremos. Pero la verdadera vida que empieza con nuestra muerte, esa si la perdemos será para siempre.

Pidamos que miremos con más atención y compromiso la llamada del Señor y en el Espíritu Santo nos preparemos para estar constantemente vigilantes. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.