jueves, 30 de octubre de 2014

FIRMEZA EN LA MISIÓN

(Lc 13,31-35)

Jesús sabe perfectamente a que ha venido. Ha aceptado voluntariamente entregarse como reo de muerte, crucificado en la Cruz, para redimirnos y salvarnos, y nada ni nadie le impedirá cumplir con la Voluntad del Padre. Su testimonio fortalece, mantiene y alimenta a muchos otros que le han seguido y dan su vida por llevar la Buena Noticia de salvación.

También nos anima a nosotros a estar dispuestos a caminar por el camino de la puerta estrecha, a pesar de las dificultades, estrecheces, problemas y sacrificios. Quizás no tengamos que entregar la vida como sucedió con Jesús u otros discípulos, pero la entregaremos gota a gota en el acontecer de cada día con el sacrificio de nuestra labor.

Muchas veces nos sentimos agotados, hartos y cansados. La rutina nos acecha y nos aplasta. Las ideas se esclavizan y quedan atrapadas, y la mente, encadenada, no se siente libre para pensar y liberar pensamientos que nos ayuden a sentirnos libres y a ser mejores. Posiblemente nos estén invitando a retirarnos como a Jesús, y nos ofrezcan el camino ancho y espacioso que aparentemente nos relaja felizmente, pero que más tarde nos muestra la muerte y la perdición.

Seamos firmes como Jesús y permanezcamos en su Palabra y en su Camino fieles a sus promesas. Nuestro Padre tiene Palabra de Vida Eterna, y en Él seremos bendecidos y recompensados. Él es el Camino, la Verdad y la Vida. 

Tengamos fe y esperanza, pues la Palabra del Señor tiene siempre cumplimiento.

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