lunes, 3 de noviembre de 2014

NO ESPERES RECOMPENSA

(Lc 14,12-14)

Si haces las cosas mirando a una recompensa, pierdes el tiempo, porque tu recompensa estará pagada en el momento que recibas favores, compensaciones u otros pagos. Nuestra recompensa es el Amor de Dios que nos llena de gozo y alegría. Y nuestra entrega es incondicional sin esperar nada a cambio.

Por eso nuestra labor, a pesar de ser ingrata, sin resultados o reconocimientos, no nos desmoraliza porque el creyente en Jesús se siente ya recompensando en su presencia y promesa de gozar de su Amor eternamente. La Gloria de la cosecha pertenece a Dios, porque Él es quien, por su Gracia, realiza el cultivo y abono de la tierra para que dé frutos.

Todo es por y para su Gloria, y a nosotros sólo nos cabe el esfuerzo de darnos incondicionalmente sin esperar nada a cambio. Simplemente la presencia del Señor no llena y nos alegra en gozo y paz. Por eso, huye de quien pueda pagarte y hasta comprometer tu servicio, porque de devolvértelo te chafará tu recompensa. Tú ofrécete gratuitamente a quien no pueda devolverte el servicio.

Porque de esa manera recibirás la recompensa que el Señor te tiene guardada en el Cielo. Amén.

1 comentario:

  1. Un consejo que nace de la caridad y que tantas veces nos resulta difícil poner en práctica. Sin embargo, es lo que nos pide el Señor: dar gratis.

    Un abrazo!

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