lunes, 29 de diciembre de 2014

EDUCADO SEGÚN LA LEY

Lc 2, 22-35

Estaba en el mundo y como tal fue educado. Era judío, pues José y María lo eran, y como buenos judíos, practicantes como diríamos hoy, educaron a Jesús en la ley judía. Pagaron sus impuestos, dos tórtolas o pichones al ser presentado en el templo, y recibió la educación judía como cualquier otro niño judío.

Sin embargo, María conocía el Misterio de Jesús. Había sido elegida y anunciada por el Ángel Gabriel y concebida por Obra del Espíritu Santo. Esperaba, guardando todas esas cosas en su corazón, la hora en que Jesús iniciara la misión de su Padre del Cielo. Tuvieron que ser duro, apasionantes y esperanzadores todos esos años de la infancia de Jesús, que, aunque no se sabe mucho, transcurrieron con mucha normalidad. Jesús crecía en estatura, sabiduría y la Gracia de Dios le acompañaba.

La familia es la célula de la sociedad, y es de vital importancia cuidarla y protegerla. La familia que no se hace, ni se inventa, porque ya viene dada naturalmente por el compromiso del un hombre y una mujer a vivir juntos y prolongar más allá su amor en los hijos. La familia que es escuela de padres y madres en donde los hijos puedan mirarse y formarse. La familia que, agrupadas porque se necesitan, forman los pueblos, que se constituyen en comunidades que se respetan y viven fraternalmente en verdad y justicia.

La familia necesita tiempo, cultivo, cuidados y protección. De no ser así se deteriora y se descompone. Se desvirtúa y se prostituye. Las consecuencias: los pueblos pierden el norte; entran en conflictos; rompen la justicia, viven en la mentira y pervieten sus valores. Se hace necesario vivir en el respeto y la justicia y ser capaces de aceptarnos diferentes, pero no por eso imponer nuestros pensamientos. Simplemente, buscar la verdad, la verdad del bien común. Y eso pasa por dar y darnos lo mejor de cada uno.

Jesús quiso nacer en una familia. Y en esa familia, Jesús, nos revela el camino de las familias. José y María, con Jesús, el Hijo hecho Hombre, señalan el camino que las familias debemos imitar y seguir. Tomar otros no nos sirven, pues los pueblos se destruyen.

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