sábado, 21 de febrero de 2015

NECESITAS AL MÉDICO PARA CURARTE

(Lc 5,27-32)


Las enfermedades dolorosas son rápidamente descubierta, pues el dolor las hace visibles. Sin embargo, hay otro tipo de enfermedades, también físicas, pero sin dolor, que se gestan silenciosamente y son más difíciles de descubrir. Y llegado el momento de descubrirla, se ha hecho tarde para combatirla, pues se han implantado ya de tal manera que expulsarla es casi imposible.

En este apartado nos encontramos también con las enfermedades del alma. Estás son muy difíciles de detectar. Estás gestada en lo más profundo del ser humano, y afecta al alma de tal manera que no son descubierta sino cuando la batalla está perdida. Es posible que muchos se den cuenta con tiempo, pero la connivencia con el mismo mal te presenta una realidad distorsionada que te confunde y te atrae.

Son apariencias falsas de felicidad temporal que nubla tu mente y endurece tu corazón hasta el punto de perderte. Te inmoviliza y paraliza tu reacción que hace imposible que te escapes. Te experimentas atrapado, enredados en un mar de dudas e incapaz de reaccionar. Te ha esclavizado y sometido sin apenas enterarte.

No sé las veces que he dicho que los que vamos a misa y celebramos la Eucaristía junto al sacerdote que la preside y demás hermanos en la fe convocados, somos los enfermos que necesitamos que Jesús nos cure. Vamos mendigando su perdón y el alimento de su Gracia, para, fortalecidos en Ella, luchar y vencer la enfermedad del pecado que nos esclaviza y somete.

Quienes no descubren esa enfermedad del pecado, no descubren tampoco la necesidad de celebrar la Penitencia, sacramento del perdón, y la Eucaristía. Posiblemente, este viernes, 20, volveré a compartir este pensamiento en la catequesis prebautismal con los padres y padrinos convocados. Son los enfermos los necesitados de médicos, y a ellos a los que hay que convocar para curarles sus enfermedades.

Es el caso del Evangelio de hoy. Jesús, invitado por Levi-Mateo, comparte mesa y mantel con publicanos y otros, y es criticado por escribas y fariseos al compartir con gente considerada de mala reputación y pecadora. Sabemos la respuesta que les dio Jesús, y también sabemos que sólo descubriendo nuestras enfermedades (pecados) experimentaremos la necesidad de buscar al Médico (Jesús) que nos cure.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.