miércoles, 25 de febrero de 2015

TENGO DUDAS

Lc 11, 29-32
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El interrogante que atormenta al hombre es la duda. Duda de que Jesús es el Hijo de Dios; dudas de muchas clases; dudas que originan desconfianzas; dudas que exigen cambiar y orientar la vida de otra forma; dudas que invitan a reemprender una vida diferente y nueva.

Unas dudas que cuestan mucho, y que exigen más. Tanto que demandan un giro completo de circunferencia y empezar de nuevo. Eso supone una transformación completa. Quitar un corazón, viejo, caduco y endurecido, y poner un corazón nuevo, confiado, puro, misericordioso y esperanzado. Supone creer, es decir, abandonarse a la fe.

Todos pedimos señales, prodigios, milagros. Faltaría ver nuestra reacción si se producen, porque resulta que están delante de nuestros ojos y seguimos resistiéndonos a creer. Pedimos lo imposible, porque de ver claro, no haría falta la fe. La fe supone riesgo, confiarte y lanzarte al vacío. Un vacío prudente y razonado, con esperanza de encontrar aquello que tu corazón ha experimentado y siente en lo más profundo de tu ser.

Pero no exijas ver y tocar, porque entonces no estaríamos hablando de fe. Lo verás cuando en su presencia la fe te sobre. Todos pedimos que Dios se nos manifieste, no sólo con su Palabra, sino sobre todo con sus acciones, para que se solucionen los problemas de nuestra vida concreta. El afán de los milagros, de las curaciones instantáneas. Así desaparecerán nuestras dudas. Y creeremos enseguida. 

En cambio la respuesta de Jesús es diferente. No te quita tu libertad, y quiere que seas tú quien decida, quien arriesgue tu propia opinión.  El sentido común nos advierte de que es así como debe ser y como tiene un colaboración nuestra. Y te muestra su Persona y su Resurrección. Tienes el testimonio de los apóstoles y sus Apariciones.

Te toca a ti ahora arriesgar y apostar por Jesús. ¿Acaso la vida te da más? ¿Acaso unos cuantos años, muchos, más mal vividos que bien, te parece de más valor que lo que Jesús te ofrece? ¿No te das cuenta que hablamos de la Vida Eterna en plenitud?

Tienes delante de ti al verdadero signo: Jesús, el Camino, la Verdad y la Vida.

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