martes, 17 de marzo de 2015

¿BUSCAMOS TAMBIÉN NOSOTROS LAS AGUAS DE LA PISCINA QUE NOS SALVE?

(Jn 5,1-3.5-16)


Es posible que no nos demos cuenta. Pasan los días de nuestra vida y se consume el tiempo del que disponemos. La cosa no es broma, pero es posible que nosotros, sintiéndonos bien, lo tomemos a broma. Corremos un gran peligro, porque el final no tiene tiempo marcado, ni guión que lo descubra. Nadie sabe cuando será.

Ocurre también que pensamos poco. Poco sobre algo que nos debe interesar mucho. No se nos esconde que tenemos un principio, y que también tendremos un final. Pero no queremos, o nos da cierto miedo, pensar en ello. Nos resulta más agradable vivir, sobre todo si nos va bien, gozando de las cosas inmediatas y que nos producen bienestar y placer. En ese sentido la vida es hermosa.

Sin embargo, la amenaza está ahí. No como una amenaza desafíante y maniquea, sino como un destino que nos quiere ofrecer lo mejor y te implica a participar con tu libertad. Has sido creado libre para escoger tu propio camino. Pero consciente de tu debilidad necesitas a alguien que te ayude a llegar a la Piscina liberadora, a esa Piscina de salvación.

Tú solo no podrás, pero en Jesús lo conseguirás. Ese es el motivo de su Encarnación y de su venida a este mundo. Quiere salvarte. Enviado por el Padre, libremente ha entregado su Vida para salvar la tuya. Pero necesita tu libertad, tu, "sí, quiero", y tu entrega sin condiciones. Así le ocurrió a aquel paralítico que respondió afirmativamente.

Un propósito: Señor, dame tu Mano y ayúdame a caminar. Yo quiero, pero no sé, ni cómo ni por dónde empezar. ¡Alúmbrame el camino, Dios mío! 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.