lunes, 2 de marzo de 2015

JUSTICIA Y MISERICORDIA

(Lc 6,36-38)


Está claro que la justicia nos metería a todos en la cárcel. ¿Quién esté libre de pecado que tire la primera piedra? Jesús sabía lo que decía porque sabía, valga la redundancia, que todos somos pecadores. Precisamente Él ha venido a salvar a todos los hombres.

Pero, por encima de la justicia está la Misericordia. Sobre todo la Misericordia de Dios, por la que le son perdonados los pecados a los hombres. Y esa es nuestra salvación, la Misericordia de Dios, porque de no ser así, nadie escaparía a su condenación.

Por eso debemos evitar juzgar, para no ser juzgados; y perdonar, para ser perdonados. En la medida que practiquemos eso estaremos ganando también nuestro perdón y salvación. No cabe duda que se hace difícil, y que de enfrentarnos nosotros solos a tal misión seguramente nos será imposible. Necesitamos la Gracia de Dios y la asistencia del Espíritu Santo.

Porque acoger, escuchar, comprender, dialogar, ser paciente, no recriminar, no amenazar, no echar nada en cara, no insultar...etc., son virtudes que nosotros solos no podemos practicar. Necesitamos la asistencia del Espíritu Santo para llegar a vivir en perfección esas virtudes  ofreciéndolas sin condiciones y dándonos gratuitamente, para que nos identifiquen con el Señor Jesús.

Por eso, Espíritu Santo, te pedimos paciencia, fortaleza, paz y sabiduría para saber estar donde y como debemos estar en nuestra relación diaria con los hermanos. Amén.

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