lunes, 30 de marzo de 2015

TESTIGOS DEL AMOR

Jn 12,1-11):


La gente acude curiosa a ver a Jesús, pero también atraídos por comprobrar la resurrección de Lázaro, el amigo que Jesús había resucitado. Lázaro era el testigo del amor de Jesús, y la causa de que, muchos admirados por ese prodigio de poder, creían en Jesús.

El Evangelio de Juan nos dice al final de este pasaje (Jn 12,1-11):  Gran número de judíos supieron que Jesús estaba allí y fueron, no sólo por Jesús, sino también por ver a Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes decidieron dar muerte también a Lázaro, porque a causa de él muchos judíos se les iban y creían en Jesús.

Cerca de la Pasión y Muerte que le espera a Jesús, que los sumos sacerdotes ya traman y preparan, la vida se hace presente en Lázaro que representa el triunfo sobre la muerte. Por lo tanto, si Jesús ha hecho posible la resurrección de Lázaro, su Muerte será un paso para demostrarnos que la Vida triunfará sobre la muerte. Y nada hay que temer.

El problema de sus discípulos es que no lo sabían, y la suerte nuestra hoy es que, por ellos como testigos, nosotros sí lo sabemos. María, la hermana de Marta, anticipa la preparación, con la unción del perfume de nardo en los pies de Jesús, el acontecimiento, que está próximo a suceder, la Muerte de Jesús. Pero, sin embargo, la esperanza de la Resurrección nos llena de paz y de alegría ante la inminente Pasión del Señor.

Es posible que muchos de nuestros actos sean equivocados. Somos imperfectos, y nuestro amor cargará con esa debilidad. Estamos sujetos al error. Sin embargo, nos salva la buena intención de nuestros actos, como lo que hizo María al lavar los pies de Jesús. Muy diferente a la intención de Judas al protestar por el elevado gasto del perfume, que quería dejarlo para él.

Gracias Señor por tu Misericordia, porque no miras nuestros pecados, sino que nos perdona mirando la intención de nuestro pobre y pecador corazón. Danos la sabiduría de ser siempre bien intencionados y de, guiados por el Espíritu Santo, buscar el bien.

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