lunes, 20 de abril de 2015

BUSCAMOS EL PAN METERIAL

(Jn 6,22-29)


Nos descubrimos buscando el pan material. El trabajo, como pieza fundamental de nuestro sustento diario, es algo muy importante en la vida del hombre. De tal forma que, durante gran parte de nuestra vida, nos preparamos para desarrollar un trabajo que nos permita vivir con cierto decoro y desahogo. Y, casi siempre, esa ocupación ocupa el tiempo principal y total de nuestro vivir diario.

Y no hay que ignorar su valor e importancia. Nuestra vida está estructurada de tal forma que necesitamos trabajar y dependemos de ello. Pero, sin descartar la importancia de ello, más importante es cuidarnos de nuestro alimento espiritual. Porque lo material está destinado a perecer, pero lo espiritual permanece. Por lo tanto, al final lo importante es la vida que queda después. Y es esa vida la que cobra valor y la que debemos cuidar.

Ahora, ¿cómo lo debemos hacer? Eso es primordial y de vital importancia. Si lo hacemos solos o guiados por hombres, terminaremos mal y perdidos. Sólo el Señor tiene Palabra  de Vida Eterna, y es Él de quien nos podemos fiar y a quien debemos seguir. Él es el Modelo donde debemos fijar nuestros ojos y nuestra mente. Él nos enseña el Camino, la Verdad y nos da la verdadera Vida.

Aunque nos sentimos tentados de buscar al Señor por intereses materiales, debemos pedirle que nos transforme nuestro corazón y nuestra mente con el fin de que le busquemos para que nos convierta en personas generosas y solidarias por amor. Es en el amor donde se esconde la felicidad y el gozo que buscamos, y siendo egoístas lo perdemos. 

Necesitamos que el Señor nos transforme y nos convierta en hombres que, libremente y por amor, tratemos de servir y buscar el bien de todos los hombres. No le busquemos para ser servidos, sino con la actitud e intención de servir. 

Y eso nos lleva a descubrirnos seguidores de Jesús porque creemos en Él, no porque nos interese los beneficios que de Él podemos obtener. Perdona, Señor, porque me experimento un pobre pecador, inclinado a los intereses y resultados de tu amistad, que a la de servirte por amor. Me pongo en tus Manos para que este corazón mío, pobre y pecador, los transformes en un corazón como el Tuyo.

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