sábado, 18 de abril de 2015

SOBRE LAS AGUAS DEL LAGO

(Jn 6,16-21)


Jesús no sólo se les aparece, sino que les hace señales para que sus ojos se abran y vean. Vean que es el Hijo de Dios, que ha muerto por cada uno de nosotros, y, con su Muerte, nos ha rescatado ofreciéndonos la salvación.

Y con su Resurrección nos da testimonio de su Palabra y Divinidad revelándonos también nuestra resurrección. Posiblemente, nuestra vida consista en remar mar adentro dónde no sepamos que vamos a encontrar, pero en la confianza de sabernos acompañados por Jesús. La oscuridad puede impedirnos verle, porque el pecado se esconde en las tinieblas y trata de atacarnos sin que le veamos y cuando más confiados estamos.

Necesitamos tener los ojos muy abiertos, y los oídos atentos a las señales que Jesús nos hace, no  sea que pase por nuestro lado y no le veamos ni le invitemos a subir y compartir con nosotros nuestra mesa y nuestra vida. Somos libres, y esa libertad nos compromete hasta el punto de decidir, aceptar o rechazar su presencia. Y, aceptada, invitarle.

Podemos estar distraídos y perdernos la oportunidad de invitarle a nuestra mesa, para así poder escucharle y conocerle. De distraernos se encarga el Maligno, que está al acecho de cualquier despiste o distracción para perdernos. Pero en y con el Señor, su Poder nos libera y nos protege de todo amenaza diábolica.

Él, el Señor, seguirá adelante si tú o yo no le invitamos. A veces sucede que le conocemos, pero no nos sentamos a la mesa con Él, sino que nos mantenemos lejos a cierta distancia, y todo contacto queda reducido a prácticas y cumplimientos de piedad. Necesita una invitación personal, como aquella de los discípulos de Emaús, cuando el Señor hizo el guiño de seguir. No te vayas Señor que atardece, y ven a compartir  la mesa con nosotros.

El Señor se hace el encontradizo, pero necesita nuestra invitación para cambiar nuestro corazón. Nos ha dejado esa elección a nosotros, y por eso necesitamos confiar y creer en El.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.