lunes, 4 de mayo de 2015

LA RECETA ES SENCILLA, PERO NO FÁCIL DE CUMPLIR

(Jn 14,21-26)


No es complicado entender el Mensaje del Señor. Todo se reduce a amarnos como Él nos ama, porque el Señor mantiene su promesa y, en el Espíritu Santo, nos continúa amando ahora mismo, en este momento. Pero, por propia experiencia, cuesta bastante amar.

Amar significa renunciar a muchas cosas que has pensado o que te gustaría hacer. Y que son interrumpidas por la necesidad de otro que te necesita o que se interpone en tu camino. Amar significa dejar tu tiempo y gastarlo para otro; amar significa olvidarte de ti y entregarte a aliviar la necesidad o el sufrimiento del otro. Amar arreglaría muchas vidas de otros que padecen y sufren carencias y necesidades.

Amar no es fácil. El pecado nos esclaviza, y el egoísmo nos impide renunciar a apetencias y apegos que tiran de nosotros y nos ponen la entrega y el desprendimiento a un precio muy alto. Muchos padecen hambre y sed por falta de amor; hay enfrentamientos y guerras por falta de amor. Y el mundo permite la injusticia y la mentira por falta de amor. Sin amor es imposible que haya paz, y menos justicia.

Jesús nos habla hoy del amor. De un amor que se concreta, no en palabras, sino en hechos y obras. Guardar los Mandamientos y cumplirlos es amar al Señor. No el que reza y expresa con su boca el amor a Dios, le ama, sino aquel que lo hace en los hombres según la Voluntad de Dios. 

Hoy Jesús nos hace una promesa muy esperanzadora: «Os he dicho estas cosas estando entre vosotros. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho». No estamos solos, el Espíritu Santo nos acompaña y nos asiste, y nos va enseñando y alumbrando el camino. Por eso empezamos todos nuestros actos invocándole para que nos guíe y nos muestre el camino.

En Él podemos encontrar paz, sabiduría y fortaleza para vencer las dificultades que nos salen al paso en la lucha de cada día. El Espíritu nos anima y nos da fuerza para vivir ese amor de renuncia y entrega a los que lo necesitan y a proclamar la Palabra. El Señor nos conoce y sabe que le necesitamos. Él nos lo dice, por eso, en el Espíritu Santo, no se aparta de nosotros y nos acompaña siempre.

Ven Espíritu Santo, llenas los corazones de tus fieles y encienden en nosotros la llama de tu amor. Envía Señor tu Espíritu y nuestros corazones serán creados de nuevo Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.