miércoles, 30 de septiembre de 2015

NO HAY EXCUSAS NI JUSTIFICACIONES



Cuando tenemos interés en algo concreto movemos todos los hilos para conseguirlo. Incluso hacemos sacrificios y esfuerzos que, ni mucho nos parece, por conseguir lo que nos hemos propuesto. Y son cosas vanas, caducas, que tienen su tiempo contado y no nos sirven de mucho.

Incluso, la experiencia nos lo dice, una vez conseguidas pronto las olvidamos o dejan de ser algo importante en nuestra vida. Abriendo nuestro corazón dejamos al descubierto que nuestra fe es pobre, pequeña y sin mucha consistencia, porque por esas cosas vanas, la mayoría, ponemos al Señor en segundo lugar.

Y Jesús no puede ocupar ningún lugar que no sea el primero y el principal. Seguir a Jesús significa dejar todo lo demás. No vale vivir condicionado con mil y una razones que justifiquen abandonos momentáneos o entregas parciales. En las disposiciones al seguimiento no hay excusas. Todas las razones que nosotros nos inventamos  son entretenimientos que se convierten en obstáculos para vivir una entrega plena y verdadera.

Y así hemos montado nuestra forma de vivir y organizado nuestra sociedad. De tal manera que hay una y mil excusas por las que queremos autoengañarnos y justificar nuestras mentiras y disposiciones a seguir a Jesús. La comodidad, el trabajo, la diversión, los viajes, las obligaciones, las responsabilidades...etc.

No estamos diciendo, ni el Señor lo dice, que no cumplamos con nuestros compromisos y obligaciones, pero, como decíamos al principio, cuando nuestro interés es serio y firme, conseguimos la meta y todo lo que nos proponemos. Es cuestión de organizarnos y poner en el lugar que le corresponde cada cosa.

"El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios" (Lc 9, 62).

martes, 29 de septiembre de 2015

MI VIDA EN LIBROS

Hoy hago un paréntisis para detenerme en muchos momentos compartidos a la luz del Evangelio. Son encuentros de cada día que han dado luz y fuerza a mi vida desde la acción del Espíritu Santo y que he compartidos con ustedes. 

Sin embargo, el Evangelio de hoy habla del encuentro de Natanael con Jesús, y como lo de su sorpresa al verse sorprendido, valga la redundancia, cuando que Jesús le dice donde estaba hace unos momentos. Quizás nosotros también nos sorprenderíamos si Jesús nos dice que pasa y sucede con nuestras vidas. Yo quiero contarselo todos los días a modo de reflexión, porque debajo de esas reflexiones subyacen mis esfuerzos e inquietudes por servir al Señor en los hermanos.

Mi vida, en estos momentos, no tiene otro objetivo sino el de ser fiel y útil a la misión del Señor. Y descubro lo poco que doy y hago en ese sentido, aunque ustedes sean muy benevolentes, agradecidos y buenas personas. Cada uno sabe de su pobreza, y en la medida que tratamos de acercarnos al Señor descubrimos lo poco y misero que somos. Gracias que el Señor es Inmensamente Bueno, Misericordioso y nos Ama con un Amor que no podemos comprender.

Hablaba de paréntisis y casi he hecho una reflexión como la de todos los días. Deciá esto porque quería compartir mi vida contada a modo de reflexión en los libros que he publicado a modo de celebración con la publicación de este último. Aquí están:


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Ha salido, por la Gracia de Dios, un nuevo libro a la luz. Una palabra para cada día es el resultado de mis reflexiones diarias a la luz del Evangelio. Se trata de una periódo que recoge el diálogo con el Señor y mis esfuerzo de escucharle y de vivenciar su Palabra.
Es una oración diaria que al mismo tiempo pido para mí de todos aquellos que lo lean.


MIS OTROS LIBROS



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También, dentro de unos 10 o 15 días pondrán estar a la venta en la librería San Ginés. Los beneficios serán para las obras sociales y de ayuda de la parroquia San Ginés.

lunes, 28 de septiembre de 2015

OÍMOS LAS PALABRAS DE JESÚS, PERO, ¿LAS ESCUCHAMOS?

(Lc 9,46-50)


No parece, al menos se percibe la duda, que escuchemos las Palabras de Jesús. Porque después de estar un tiempo con Él, los discípulos están inmersos en discutir sobre quien va a ser el primero y el más importante. Desconcierta esa discusión cuando la esencia del Mensaje de Jesús es el amor y el servicio.

Seguramente no han entendido nada, porque ser el primero significa ser el primero, valga la redundancia, es decir, estar disponible para servir y ser el último. No se puede pensar que Jesús no lo ha dejado bien claro, cuando, en esa ocasión, tomando un niño les dice: «El que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, recibe a Aquel que me ha enviado; pues el más pequeño de entre vosotros, ése es mayor». 

Quizás nos falta paciencia, atención y escucha, y, sobre todo, vivencia, vivencia de esa Palabra oída y escuchada para que nuestra fe vaya de acorde con nuestra vida. Necesitamos que la vivencia de nuestro amor sea incluyente y nunca excluyente como sucedió con la pregunta que Juan hace hoy a Jesús: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre, y tratamos de impedírselo, porque no viene con nosotros».

Nuestra tendencia es excluir. Hoy vivimos de forma pronunciada esta tendencia en nuestros pueblos. Ayer una comunidad autonómica proponía separarse de los demás. No son cuentos del pasado, sino vivencias actuales que nos afecta y suceden en nuestras propias vidas. Excluimos a los que no consideramos como nosotros, o nos separamos porque nos consideramos diferentes. 

Ante esto Jesús nos dice: «No se lo impidáis, pues el que no está contra vosotros, está por vosotros». Todos buscamos la felicidad y la paz, por qué entonces no la buscamos juntos, unidos y fortalecidos en el amor, la verdad y la justicia.

domingo, 27 de septiembre de 2015

ESCÁNDALO

(Mc 9,38-43.45.47-48)


Somos responsables hasta cuando dormimos. Es una manera de expresar la gran responsabilidad que tenemos con la actitud y los actos de y en nuestra vida. Nada, aunque nos parezca insignificante, pasa desapercibido, y nuestro testimonio de vida tiene suma importancia y trascendencia.

Observamos que cuando se habla de una persona se sacan a relucir detalles y actitudes que parecían no se notaban o trasmitían, y nos sorprende todo, bueno o malo, que ha transmitido esa persona. Con nuestros actos damos ejemplo y es nuestra responsabilidad que nuestros testimonios sean buenos y den ejemplo para que otros los imiten y les sirvan de referencia. Sobre todo a los niños que se fijan y están aprendiendo. 

La escala de valores, valores que defiendan la verdad y la justicia y que se apoyen en el amor gratuito tal y como nos ha enseñado Jesús. Es eso lo importante, venga de donde venga, porque quienes hagan eso no estarán en contra de Jesús, sino a su favor. 

Todo el que viva y defienda la verdad y la justicia será bendecido y recompensado por Jesús, porque eso es estar a su favor y defenderle. Necesitamos rodearnos del ambiente que nos facilite y nos ayude a vivir en esa actitud auténtica y verdadera. Y ello nos exige desprendernos de todo aquello que nos obstaculiza y nos interrumpa nuestro camino. A pesar de ser cosas que estén muy dentro de nosotros y muy arraigadas y que representen una gran dificultad a la hora de desprendernos.

Ese es el significado de esas expresiones: Y si tu mano te es ocasión de pecado, cortártela. Más vale que entres manco en la Vida que, con las dos manos, ir a la gehenna, al fuego que no se apaga. Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo. Más vale que entres cojo en la Vida que, con los dos pies, ser arrojado a la gehenna. Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo. Más vale que entres con un solo ojo en el Reino de Dios que, con los dos ojos, ser arrojado a la gehenna, donde su gusano no muere y el fuego no se apaga».

Hagamos el esfuerzo de permanecer unidos y de, vengamos de donde vengamos, vivir en el amor que Jesús, el Señor, nos ha transmitido y nos regala gratuitamente. En Él seremos recompensados y salvados.

sábado, 26 de septiembre de 2015

EL RECORRIDO DE MI VIDA

(Lc 9,43b-45)

Jesús está empeñado en descubrir a los apóstoles lo que le va a suceder. Quieren que sepan sobre su Pasión y su Muerte en Jerusalén a manos de los sacerdotes y fariseos, pero ellos no entienden nada y temen preguntarle por miedo al ridículo.

¿No es este pasaje un retrato fiel de lo que nos está sucediendo hoy? No entendemos las cosas que nos ocurren, porque tampoco entendemos lo que le ocurrió a Jesús en su Pasión y Muerte en la Cruz. O, quizás, no queremos entender. 

La Voluntad del Padre fue aceptada libre y voluntariamente por Jesús, pero no sin antes presentarles su suplica de que pasase  ese cáliz y no tuviese que sufrir la Pasión: "Padre mío, si es posible, que pase de mí este cáliz; pero no sea yo como quiero, sino como quieres Tú". En Jesús se unen a la tristeza, un tedio y una angustia mortales.

Igual nos ocurre a nosotros, no entendemos muchas cosas que nos suceden, pero las aceptamos, porque son parte de nuestra cruz y de nuestro camino hacia la salvación. La Cruz es signo, desde la Muerte de Jesús, de salvación. Porque en la Cruz se descubre y manifiesta el verdadero amor. No florece ni puede nacer el verdadero amor en lo cómodo y fácil; ni en los egoísmos y apetencias. Sólo en las dificultades, en las adversidades y en la Cruz florece el único y verdadero amor.

De ahí que en el camino de nuestra vida, nuestra propia pasión, descubramos y compartamos con Jesús, porque en Él se hará Cruz de salvación. 

Pidamos la sabiduría de entender y vivir con verdadero amor nuestro camino de salvación.

viernes, 25 de septiembre de 2015

CAMINO DE CRUZ Y RESURRECCIÓN

(Lc 9,18-22)

Seguir el camino de Cristo Jesús es seguir un camino de cruz pero en la esperanza de la Resurrección. No cabe duda que para resucitar haya primero morir, y la muerte no llega sola, sino que exige sufrimiento. Pero no hablamos solamente de la muerte del cuerpo, sino de la muerte de nuestros egoísmos. Quizás esa sea la muerte más difícil y sufrida.

Morir a nuestras pasiones, apetencias, egoísmos, proyectos e intereses es morir poco a poco. Es la lucha de cada día en la que te esfuerzas por quedarte el último para servir a los demás. Es el combate de convertirte en amor a pesar de que ese amor te duela y te haga sufrir, y no tenga compensaciones. Es la respuesta del sí a Jesús dejándote, trozo a trozo, tu vida en el camino.

Ese es el camino que hoy Jesús nos invita a manifestar y a decidir en nuestro interior: ¿Tú qué dices quien soy Yo? Porque, no tanto me interesa lo que dicen los que están lejos de mí o apenas me conocen, sino tú, me interesas tu respuesta. ¿Tú qué dices de Mí?

Sabemos que Pedro sin pensar ni titubear exclama: «El Cristo de Dios» Pero también sabemos que eso no sale de las profundidades de su corazón, sino de la Luz del Espíritu Santo. Sí, creo que para pasar eso se necesita un corazón entregado, humilde, disponible y abierto, que a pesar de no entender nada, el Espíritu de Dios le da la sabiduría para que pueda expresarse. Pedro estaba entregado y enamorado de Jesús, y dispuesto a dar su vida como ya había dado pruebas de ello, a pesar de que su condición humana le hizo pasar momentos duros y de verdadero sufrimiento y tribulación.

La cuestión es preguntarnos qué pensamos nosotros. ¿Es Jesús el Mesías y el Hijo de Dios Vivo? ¿Queremos seguirle a pesar de nuestras dudas e interrogantes? Como Pedro, ¿damos un paso hacia adelante y nos ponemos en Manos del Espíritu Santo para que nos asista y nos alumbre el camino que queremos seguir tras Jesús?

Si es eso lo que queremos y pensamos, pidamos juntos al Señor que nos dé esa Gracia y sabiduría y, sobre todo, fe, para que fortalecidos en su Amor y Misericordia continuemos firmemente tras sus pasos.

jueves, 24 de septiembre de 2015

NO ERES LIBRES POR QUE PUEDAS ELEGIR, SINO PORQUE BUSCAS LA VERDAD

(Lc 9,7-9)


Nada ni nadie te puede hacer libre, ni tampoco esclavizarte. Te pueden quitar la libertad física o esclavizarte a apegos y hábitos malos, pero nunca si tú no quieres, porque tienes voluntad y capacidad para discernir y elegir entre el bien o el mal. El peligro está en que tú te sientas lo suficientemente fuerte para enfrentarte solo y creas que lo puedes conseguir.

Entonces caerás en la trampa y serás tentado y vencido. Tenemos precedente, Adán y Eva, y la desventaja de ser soberbios, porque es nuestra soberbia la que se deja tentar y desea ser fuerte y suficiente para no depender de nadie. Alejarte del Señor es como dejar de hacer ejercicios físicos en tu vida corporal. Alejarte del Señor es invitar al diablo a ocupar su puesto y dejarte dirigir por el camino de la mentira e hipocresía.

Lejos de la Verdad nunca serás libre, porque es la Verdad la que nos hace libres para caminar por el camino de la justicia, de la igualdad, de la paz y el amor. Todos queremos vivir en la Verdad, y deseamos ser verdaderos y justos. Pero experimentamos que nos cuestas, que se nos empina el camino y no podemos subirlo solos. Buscamos una mano, pero no una mano cualquiera, porque no nos serviría. 

Necesitamos la Mano del Espíritu Santo, el Único que nos puede asistir, aconsejar, dar fuerzas y sabiduría para sortear los peligros, fortalecer nuestra voluntad y superar todos los obstáculos. Herodes sentía deseos y curiosidad  por ver a Jesús. Pero esa curiosidad no era suficiente, porque no era verdadera, sino producto de una ilusión por ver quién era. Deseaba dar respuesta a su imaginación, no a su deseo de salvación, porque quizás él se sentía ya salvado.

Ver a Jesús acusado, maniatado, centro de burlas y que ni siquiera le contesta, le desilusiona. Él buscaba a un Mesías fuerte, poderoso, capaz de superar y vencer todos los poderes del invasor. Pero de eso a ver un Jesús débil, callado y aparentemente sometido, le derrumba. Igual puede pasarnos a nosotros hoy. ¿Qué Jesús buscamos? ¿Un Jesús cúralo todo, soluciónalo todo, arréglalo todo...etc? ¿Un Jesús seguro de vida?

Nos equivocamos si buscamos eso en Jesús. Jesús es todo lo contrario. Un Jesús todo riesgo, entregado a servir, a ser esclavo de todos por amor; un Jesús libre, sostenido en la Verdad, justo, compasivo y misericordioso. Un Jesús que carga con la Cruz de tus pecados y te libera para que seas libres y puedas también cargar con la cruz de tu vida por amor, y seas liberación para otros. Un Jesús que te invita a amar, pero a amar sirviendo a los demás, no sirviéndote de los demás.

Un Jesús que es Camino, que es Verdad y que es Vida. Amén.

miércoles, 23 de septiembre de 2015

¿TE SIENTE TÚ TAMBIÉN INVITADO A PROCLAMAR EL REINO DE DIOS?

(Lc 9,1-6)


Jesús reunió a los doces y les dio autoridad y poder sobre todos los demonios, y para curar enfermedades; y los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar enfermedades. 

Está claro que Jesús sabía que tenía que dejar a sus continuadores, porque Él se iba al Padre. Y es de sentido común que los apóstoles sabían que había que preparar una sucesión para continuar la labor. Y esos son los que, bautizados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, son enviados a proclamar la noticia de la Buena Nueva.

Quizás tú y yo estamos entre esos, porque hemos sido Bautizados, creemos en Jesús e intentamos seguirle. Y al vivir injertados en el Espíritu Santo esforzándonos por su Gracia en vivenciar el amor recibido del Padre proclamamos e instauramos el Reino de Dios.

La Iglesia continua la labor y la obra envangelizadora de Jesús. Es el mismo Jesús quien se hace presente, a través de su Iglesia, entre los hombres de este mundo, y continúa su obra misionera utilizando la voluntad y libertad de todos los hombres que le abren su corazón y se ponen en Manos del Espíritu Santo.

Todo está en Manos de Dios. No serán nuestras palabras, ni nuestras obras, ni nuestras acciones las que convertirán a los hombres sino el Poder de Dios que, habitando en nosotros, transforma nuestros corazones humanos y pecadores en corazones capaces de amar renunciando a sus propios egoísmos y pasiones. Es Jesús, quien continúa la labor evangelizadora utilizando los instrumentos de su Iglesia para transformar y convertir los corazones de los hombres.

Pidamos, por la Gracia de Dios, ser instrumentos de su Gracia y testimonio de su amor para ser semilla que cultivada en su Amor, dé frutos que hagan el Reino de Dios presente en este mundo. Amén.

martes, 22 de septiembre de 2015

HERMANADOS EN CRISTO

(Lc 8,19-21)


Se dice que hay mucha gente buena. Y es cierto, hay personas que se desviven en y por su familia. Y son verdaderos portentos en servir y atender a los suyos. Son dignos de ser admirados. Pero la diferencia estriba en que ese servicio que hacen en familia empieza y termina en ella.

Son familias cerradas que se sirven a sí mismas, pero no fueras. Eso dirá Jesús, lo hacen también los que no creen en mí. Ustedes, los que creen en mí amen también a los de fuera, a los que no son familias. Hoy Jesús nos habla de la familia universal, den vínculo del Amor que Él nos viene a dar y a enseñar con su Vida: "Mi Madre y mis hermanos son estos: los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen por obra".

Todos estamos unidos en Xto. Jesús, y nos une el amor al Padre en los hermanos. Y es que en la medida que nos amemos estamos cumpliendo la Voluntad del Padre Dios, y enlazándonos como verdadera familia, la familia de los hijos de Dios.

Y esa es la familia que forma y vive Jesús junto a su Madre María y su Padre adoptivo José. Junto a los discípulos, más tarde, unidos en la enseñanza y vivencia del amor de Dios, Jesús enseña que la Voluntad del Padre es amarse como hermanos y permanecer unidos en el amor.

No cabe ninguna duda que todos pensamos que de existir ese vínculo fraternal, el mundo iría mucho mejor y sobrarían las cárceles y refugiados, porque no habría unas ni existirían los otros. Esa es la familia que proclama y enseña Jesús, y esos son los que señala como hermanos, hermanas, padres y madres.

Recemos y aceptemos la Voluntad de Dios y dispongamos nuestros corazones a la acción del Espíritu Santo para que, injertados en Él, vivamos en su Voluntad.

lunes, 21 de septiembre de 2015

UNA CONVERSIÓN SUPUESTAMENTE DIFÍCIL

(Mt 9,9-13)


Últimamente me llama la curiosidad y la atención la conversión de Mateo, un recaudador de impuestos al servicio del Imperio romano. Peor mal visto no se puede estar, porque los recaudadores eran considerados como traicioneros del lado de los romanos. Y Mateo, pecador público y mal visto es llamado por Jesús.

Su primera reacción es invitarle a su casa. Más problemas porque se pone su relación con Jesús a la vista de todos. Estaba en el escaparate de la crítica. Por un lado por su condición pecadora y traicionera; por otro lado, su relación ahora con Jesús. Una historia que no concuerda por su incoherencia.

Sin embargo, Mateo se convierte y se le atribuye el Evangelio (Mt 9, 9-13), donde narra su propia conversión. Y ardo en deseos de conocer esa conversación que supuestamente mantuvo Jesús con Mateo. ¿Qué pudo pasar para que Mateo, igual que Zaqueo en otro momento, quedarán fascinados y dispuestos a dar un giro a sus vidas de trescientas sesenta grados?

Puedo imaginar las Palabras de Jesús, pero más imagino la escucha de Mateo y la apertura de su corazón para que en él fuese sembrada la semilla de la que el sábado nos hablará el Evangelio. Supongo que atención y que emoción, y qué entusiasmo. Pero creo que lo verdaderamente importante fue su disponibilidad y su dejarse llevar por la llamada de Jesús. Todo lo demás fue efecto de la Gracia del Espíritu Santo que invadió a Mateo del don de la fe.

Y eso es lo que se supone nos falta a nosotros. La disponibilidad de estar prestos a la llamada del Señor y abiertos a la acción de su Gracia. Claro está que el Señor sabe de lo que somos capaces, y también de la misión que quiere de nosotros. Y por eso debemos estar prestos y atentos a su llamada, a lo que Él quiera de nosotros y a su siembra en nuestro corazón. ¿Y cómo podemos estar?

Serenos, tranquilos, atentos a esa brisa suave que nos invade y nos llena de gozo y de paz. Porque Jesús nos habla en paz y nos llama para ser instrumentos de paz y transmitirla. Esa será la señal de que el Señor nos quiere para trabajar en su Viña.

domingo, 20 de septiembre de 2015

AL FINAL HABRÁ JUSTICIA

(Mc 9,30-37)


Hemos oído muchas veces que todo se paga en la otra vida. Se supone que en lo más profundo de nuestros corazones está escrito que habrá otra vida, porque esa idea nace dentro de nosotros, y, como los sueños, se manifiesta. También es de sentido común que quien la hace la paga. Al menos esos pensamos y nos gustaría que así fuera. Creemos en una justicia divina que haga, valga la redundancia, justicia.

También los apóstoles, sin entender lo que les decía Jesús, hablan de quienes serán los primeros, lo cual nos hace suponer que esperan otra vida. La eternidad, que supone que haya otra vida, está escrita en nuestros corazones, y eso supone, repetimos de nuevo, que la mayor aspiración del hombre es ser feliz eternamente.

Pues bien, la única oferta conocida y gratis es la de Jesús de Nazaret. Nos propone la felicidad eterna y no señala el camino para conseguirla. Se trata de ser los últimos, los últimos en todo y estar disponible a servir. Supongo que es un poco hacer de tonto en este mundo, porque estar dispuesto a servir y renunciar a tus propios egoísmo lo tachan de tontos. Hoy parece que quien no se aprovecha de sus posibles cargos y roba, es un tonto.

 «Si uno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos». Son Palabras de Jesús y dejan bien claro cuál es su propuesta y camino, y nuestra actitud y conducta. En ese sentido me parece absurdo manusear y besuquear a las imagenes y crucifijos, e incluso tratar de tocar la Patena. La única forma de tocar a Jesús, aparte de en la Eucaristía que te alimentas de su Espíritu, es tocarlo en los más necesitados e indefensos y carentes de todo. Porque cuando haces algo a alguien que verdaderamente lo necesita, estás abrazando y besando al Señor. Esas son las verdaderas caricias que el Señor quieres y aceptas que le hagas: 
«El que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, no me recibe a mí sino a Aquel que me ha enviado».

Sólo en el servicio a los más pobres, necesitados y últimos de este mundo encontraremos la ocasión y la oportunidad de dar un fuerte abrazo al Señor.

sábado, 19 de septiembre de 2015

SÓLO LO QUE ECHA RAÍCES PROFUNDAS Y SE AGARRA A LA TIERRA, DA FRUTOS

(Lc 8,4-15)


No es cuestión simplemente de oír y escuchar, o de pasar largos o cortos tiempos junto al Señor. Siendo todo eso bueno y necesario no basta para dar frutos. Se necesita que la raíz de nuestro corazón se hunda profundamente en el Corazón de Xto. Jesús y experimente su Amor, y enraizado en El dé buenos y abundantes frutos. Porque solo podemos dar frutos si nuestra vida permanece unida a la del Señor.

Sucede que al principio la Palabra de Jesús nos enamora, pero pronto nos cansa y nos defrauda. Las cosas no salen ni suceden tal y como esperábamos y eso nos desilusiona y pone en tela de juicio nuestra fe. En esas tribulaciones la semilla sembrada y caída en el camino es pisoteada y comida por los pajarillos del campo. 

Nuestro enamoramiento pronto se desvanece. Ocurre sin embargo que otra parte de las semillas sembradas logran echar raíces, pero no profundas y, por poca tierra (oración, Eucaristía, perseverancia...etc) se secan abrazadas por las zarzas y abrojos que las ahogan. Y es que el mundo, sus ofertas y tentaciones terminan por ahogarnos y separarnos del Señor.

Sólo permanecen las semillas que logran adentrarse en las profundidades de la tierra y agarrarse fuertemente a Dios. Agarrarse por medio de los sacramentos y de la oración; agarrarse por medio de la escucha de la Palabra y del esfuerzo diario de vivirla en el servicio y entrega a los demás. Agarrarse en una constante y perseverante unión en el Señor, que por la acción del Espíritu Santo abramos nuestros corazones a la eficacia y acción de su Gracia.

viernes, 18 de septiembre de 2015

LO MISMO ME PREGUNTO YO, Y QUIZÁS TÚ TAMBIEN

(Lc 8,1-3)


¿Por qué me interpela la Palabra de Jesús? ¿Por qué me atrae y me invita a seguirle? ¿Por qué le sigo? Son preguntas que me hago y que veo que a otros no les sucede. Hoy el Evangelio de Lucas nos narra un día normal en la vida de Jesús. Como Jesús va de aldea en aldea proclamando su Palabra, y como con Él van, además de los apóstoles, algunas mujeres.

¿Sería yo uno de esos de estar allí? Al menos tengo el consuelo que aquí si estoy. Siempre me ha interpelado la Palabra de Jesús. Desde muy joven he le he seguido. Supongo desde que lo empecé a conocer. Me ha cuestionados sus Palabras y su forma de decirlas. No he encontrado en nadie tanta Verdad como la que Él dice, defiende y vive.

Porque lo importante, más que hablar es vivir lo que se habla. Jesús, no sólo predica, sino que lo que dice lo vive y lo cumple. Su Vida es la vivencia de su Palabra. Sin lugar a duda, Él es el Camino, la Verdad y la Vida. 

Resulta curioso que además de los apóstoles le siguieran algunas mujeres. El Evangelio de Lucas nos dice: le acompañaban los Doce, y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios, Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes, Susana y otras muchas que les servían con sus bienes.

Pero lo curioso es que hoy se ve también a muchas mujeres en la Iglesia. Concretamente en mi parroquia, el noventa por ciento son mujeres, y con frecuencia leen las lecturas y llevan las ofrendas. A veces son dos o tres hombres los que estamos en medio de ellas. Posiblemente los hombres somos más soberbios y orgullosos y nos cuesta más abrirnos al perdón.

Sin embargo, Señor, me alegro de estar a tu lado, de seguirte y de esforzarme en vivir y alimentarme de tu Palabra. En ese sentido me siento privilegiado y lleno de Ti. Y te pido, Dios mío, que aumentes mi fe y me inundes de tu Gracia para fortalecido en ella seguirte con más firmeza, decisión, voluntad y amor.

jueves, 17 de septiembre de 2015

NECESITADOS DE PERDÓN

(Lc 7,36-50)


Cuando nuestra soberbia está viva exigimos pruebas que nos den respuestas a nuestra incredulidad. Queremos que nos demuestren por qué tenemos que creer. Es decir, exigimos que nos convenzan. Quizás, eso como tantos otros, es lo que buscaba aquel fariseo llamado Simón, empeñado en invitar a Jesús a comer. Quería ver el poder de Jesús y que le convenciera de su incredulidad.

Jesús no tiene que convencernos de nada. Nos ha dada la libertad de elegir y de convencernos nosotros mismos. Jesús viene a revelarnos el Amor de su Padre, y a decirnos que, enviado por su Padre, se ha ofrecido voluntariamente y por Amor para pagar y saldar la deuda por nuestros pecados.

También nos señala un camino, pero nunca nos exige convertirnos, simplemente nos lo propone. Porque es el único camino de salvación y la única solución a los interrogantes que la vida nos plantea. Por supuesto, necesitamos perdón, pero ese perdón tenemos que pedirlo como resultado de nuestra voluntaria conversión. Nada ni nadie nos exigirá convertirnos, pero responder a nuestros deseos de salvación y felicidad sólo lo lograremos por el camino que Jesús nos señala.

Así, Simón el fariseo, viendo como Jesús se dejaba acariciar, limpiar y perfumar sus pies por aquella mujer, señalada como adultera, pensó que Jesús no era el que pensaba, y fue sorprendido por la respuesta de Jesús. Sólo el que se da, abre su corazón y arrepentido pide perdón, es perdonado, y aquella mujer no paraba de dar y suplicar perdón por sus pecados. Mientras el fariseo sostiene su soberbia y la alimenta creyéndose mejor que la mujer pecadora.

¿No nos ocurre algo parecido a nosotros actualmente? Pidamos la Gracia para que nos ayude a vencer nuestra soberbia y abriendo nuestros corazones seamos lo suficientemente humildes de pedir perdón.

miércoles, 16 de septiembre de 2015

SE HACE DIFÍCIL NO PONER OBJECIONES

(Lc 7,31-35)


Nuestra naturaleza humana está enferma y llena de soberbia. Se nos hace difícil morir a esa soberbia de creernos mejores que otros e incluso ser nuestros propios dioses. Ese es nuestro pecado de ayer, pero también nuestro pecado de hoy. Nos resistimos a obedecer los mandatos del Señor y le hacemos nuestra propia crítica.

Pensamos que Juan es muy austero y exaltado al defender la verdad. Algo así como un extremista. De Jesús decimos que se da buena vida porque come y bebe. Nos parece mal que se siente a comer y beber con aquellos que le invitan y reclaman su presencia. 

No aceptamos lo que la Iglesia nos propone y queremos cambiar muchas cosas. A todo le ponemos falta. Hoy mismo, asistí a la celebración de la nueve hora de la mañana en Mancha Blanca, ermita de Ntra. Señora de los Dolores. Correspondía esa celebración a la parroquia de San Ginés, mi parroquia. Y rápidamente mi mente se prepara para criticar y poner defectos a los actos que acompañan a la liturgia. Esto fue muy largo, lo otro innecesario...etc.

No es preocupante que eso surja, sino que no se salga de ahí. No era preocupante que los fariseos no entendieran a Jesús, sino que no le aceptasen y creyeran en Él. El pecado no está en nuestros propios fallos, porque estamos heridos, sino en no dejarnos curar por el Médico que lo puede y quiere hacerlo. El pecado se esconde en la soberbia que no se deja humillar y, abajándose, hacerse humilde y pobre. Esa es la roca dura que no deja suavizar y humanizar el corazón.

Descubramos nuestro interior en lo más profundo de nuestro corazón. Sepamos lo que somos y sabiéndolo no perdamos la esperanza del perdón. Porque nuestro Padre Dios es Misericordioso y nos perdona. Sólo necesita nuestro corazón hecho carne, humillado y despojado de toda soberbia para que, en la humildad, aceptar el Amor y Perdón de Dios.

martes, 15 de septiembre de 2015

DOLOR Y ALEGRÍA

(Lc 2,33-35)


Todos hemos experimentado el amor de una madre. Lo lógico, porque a veces falla el sentido común y, creo que siempre, por enfermedad psíquica u otros factores psicológicos, es que una madre da todo por su hijo. Desde esta perspectiva, María, la Madre de Jesús, experimentó un dolor inimaginable, a pesar de intuir que su Hijo era el Mesías enviado por Dios y que la muerte no tendría la última palabra.

Igual nos ocurre a nosotros, ante el dolor nos desesperamos y hasta perdemos la confianza en el Señor. No vemos sino lo inmediato y, a pesar de que esperamos la Resurrección, nos revelamos y rechazamos al Señor. Muchos confiesan esa experiencia. 

Y ese es el ejemplo de María, a pesar del dolor a los pies de la Cruz, con su Hijo levantado y crucificado en ella, María soporta y acepta el dolor participando con su dolor en la Redención de su Hijo por los pecados de todos los hombres. Madre corredentora en su Hijo por la Gracia de Dios.

María representa para nosotros un ejemplo de camino de cruz. Una cruz que ella soportó y aceptó desde la anunciación del ángel y que supo guardar con paciencia en su corazón hasta el momento de la Resurrección. Resurrección que también nosotros esperamos con paciencia y alegría contenida por el camino de cruz que compartimos con Jesús.

Hoy, día en el que conmemoramos la exaltación de la Cruz, pedimos al Espíritu Santo que nos fortalezca y nos llene de su Espíritu para soportar con paciencia, a ejemplo de María, el camino de cruz que nos presenta nuestra vida.

lunes, 14 de septiembre de 2015

SÓLO EL AMOR ES CAPAZ DE ACABAR CON EL ODIO Y LA VENGANZA

(Jn 3,13-17)


Sabido es que la venganza engendra odio y más deseos de venganza. Ajustar las cuentas no terminan con las amenazas y deseos de venganza. Sólo el amor es capaz de acabar con el odio y la venganza porque cuando amas, perdonas, y cuando perdonas todo se ha terminado, acaba el rencor y nace el perdón.

No es fácil creer en alguien crucificado en una cruz. La cruz que era el lugar de los malhechores, de los excluidos y desahuciados. La cruz que era la muerte de los indignos. ¿Quién iba a creer en la cruz? Sin embargo, Jesús hace de la Cruz el signo de salvación. A partir de la muerte de Jesús en la Cruz, ésta se convierte en un signo de esperanza y de salvación. En Ella somos todos perdonados y salvados.

Hoy, día de la exaltación de la santa Cruz, los cristianos ponemos todas nuestras esperanza en la Cruz. Nuestro camino es un camino que al final tiene cruz, y si no nos encontramos con Ella, hemos caminado en vano, porque sin Cruz no alcanzamos la salvación.

Por eso, tenemos que padecer, sufrir y morir compartiendo nuestra vida y muerte con la Cruz de Jesús. No se trata de buscar sufrimientos ni tristezas. La vida se encargará de dárnoslo, porque el camino está lleno de dificultades, limitaciones y obstáculos que nos conducen a la muerte. Nuestra vida tiene una meta, una meta que termina con la muerte. Muerte que, de compartirla con Jesús, será también nuestra cruz que añadida a la de Jesús nos dará, por su Misericordia y Amor, la salvación.

Danos Señor la Gracia de descubrir el verdadero camino que nos lleva a la salvación. Un camino de cruz, de perdón y de amor.

domingo, 13 de septiembre de 2015

UNA DESCRIPCIÓN DE NUESTRO CAMINO

(Mc 8,27-35)


La Vida de Jesús es la Vida a imitar. Él es nuestra referencia, nuestro camino y nuestra vida. Con sus mismas Palabras nos lo dijo: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida.

Hoy, tras la confesión de Pedro, por la acción del Espíritu Santo, nos hace una semblanza del camino de su Vida. Nos dice:  "El Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar a los tres días". 

¿No tiene nuestra vida que sufrir y compartir con Cristo nuestra muerte? Muerte que no tiene ningún valor ni precio para poder pagar por nuestro rescate de salvación, pero que en Xto. Jesús, por su Pasión y Muerte, hemos alcanzado la Misericordia de Dios.

Detrás de esa aceptación se esconde tu verdadera respuesta. Eres discípulo y crees en Jesús en la medida que tu vida se hace camino de Cruz. Porque seguir a Jesús es cargar la cruz que a ti te ha tocado vivir, la de tus propios pecados que son lavados al compartir tu muerte humana con la de Jesús, Redentor del mundo.

Seguir a Jesús es pasar ese camino de tu vida en el gozo y la alegría de saberte Resucitado, a pesar de que sufrirás los sufrimientos con los que compartirás la muerte en el Señor. No es el mundo un camino de rosas, sino un camino de cruz que tiene al final la recompensa de la Resurrección y la vida gozosa y eterna.

sábado, 12 de septiembre de 2015

DE ÁRBOL Y FRUTOS

(Lc 6,43-49)

Es de sentido común que algo bueno proceda de raíz buena. No se puede dar sino lo que se tiene, y si bueno, bueno, y si malo, malo. Por eso, Jesús nos dice hoy: «Porque no hay árbol bueno que dé fruto malo y, a la inversa, no hay árbol malo que dé fruto bueno. Cada árbol se conoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos, ni de la zarza se vendimian uvas. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca lo bueno, y el malo, del malo saca lo malo. Porque de lo que rebosa el corazón habla su boca.

Conviene, ante esta Palabra de Jesús, mirar hacia nuestro interior, y reflexionar sobre nuestra bondad y frutos. ¿Son mis frutos, no lo que yo quiero, sino los que espera de mí Jesús? Esa es la pregunta que llena mi corazón y que lo inquieta e inclina a transformarme.

Primero, porque tengo que dar frutos; segundo, porque , ¿qué clase de frutos? No se trata solamente de dar frutos, sino de dar aquellos frutos que el Espíritu Santo me mueve a dar. Frutos revestidos de la Gracia de Dios y cargados de buenas intenciones. Ahora, ¿puedo cultivarlos y darlos yo sólo? Esa es otra reflexión interesante, porque de creerlo estoy en un error, y sería fatal para mí vida.

Necesito la Gracia y la asistencia del Espíritu Santo. Mis frutos serán buenos en la medida que mi corazón se abra a la acción del Espíritu. No hay fertilizante, abono, tierra o agua que pueda transformar nuestra humanidad pecadora en humanidad purificada y santa sino la Gracia de Dios. Pero, ¿qué cuidados o cultivos tengo que realizar apra obtener esos frutos?

Primero, confianza y fe en el Espíritu Santo. LLamado, Él acude en nuestro auxilio y favor. Segundo, un esfuerzo en colaborar abriéndome a su acción, y dejándome guiar. Cultivando la oración, el ayuno y la limosna, y abonando lo más posible mi tierra, para que la Gracia del Espíritu la fertilice.

viernes, 11 de septiembre de 2015

EL TEMOR DE TUS ACTOS

(Lc 6,39-42)


Cuando tratas de ser coherente, de manera instintiva, te sorprendes a ti mismo observando tu conducta y forma de actuar. Porque eres consciente de que te están mirando, al menos los que te conocen, y tu ejemplo y actitud están hablando de tu fe.

Pensar que tu ejemplo puede servir para acercar a otros al Señor, como también para alejarlos, es una gran responsabilidad. De ahí tu compromiso, tu seriedad y tu esfuerzo en estar lo mejor preparado posible y, sobre todo, injertado en el Espíritu Santo para no desfallecer y abrirte a su acción.

Porque no eres tú, sino la acción del Espíritu el que va forjando en ti el ejemplo que otros quieren ver. Por eso, la oración, el estudio y la acción son los tres elementos esenciales de tu ser creyente en Jesús. Es necesario orar para fortalecer tu voluntad y espíritu, pero también para pedir sabiduría y luz para discernir lo bueno y lo malo.

El estudio va dirigido a estudiar si puedes, claro está, pero fundamentalmente a un espíritu de observación, de escucha y atención a la Palabra de Dios. El Evangelio de cada día es una fuente de sabiduría, por la Gracia de Dios, donde el Espíritu Santo nos descubre, nos enseña e instruye el camino para siguiendo a Jesús cumplamos su Voluntad.

Voluntad que se concreta en poner en práctica el amor. El amor que pasa por ser un compromiso en buscar el bien y la verdad y derramarlo en los hombres. El amor que nace en Jesús y, por su Gracia, en un esfuerzo en corresponderle. De ahí que primero limpiar las vigas de mis ojos antes que suponerlas en el ojo de mi prójimo, que quizás son simples motas agigantadas por mi agresiva imaginación.

En esa suficiente actitud, no sólo yo, sino también los que se dejen dirigir por mí caerán en el mismo error y en la hipocresía de aparentar ser pero no ser. Por eso, pidamos en primer lugar la Gracia del Espíritu y, en segundo, abramos nuestros corazones para que Él actúe y nos dirija por el verdadero camino.

jueves, 10 de septiembre de 2015

(Lc 6,27-38)
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No hay más vueltas que darle. Que es algo muy difícil y que nos hace vernos tal cual somos, pobres pecadores, e experimentarnos esclavos de nuestro egoísmo. Seguro. Descubrimos nuestra pobreza y también la necesidad de ayuda exterior. Pero, al mismo tiempo, descubrimos que la ayuda no puede venir de este mundo, porque aquí abajo todo es caduco, limitado y sujeto a esclavitud.

Se hace necesario que seamos ayudados desde fuera. Desde arriba, del Espíritu de Dios, creador de todo, para que nos libere de nuestras propias ataduras del pecado. Sin Él no podemos amar, porque Él es eso, Amor.

"Sólo amando  lograrás hacer un mundo
mejor. Así lo hiso Jesús de Nazaret,
y también lo propuso: Ámense los
unos a los otros como YO les
he AMADO".


La vida es un camino de renuncias y abnegaciones. No podrás caminar encerrado en ti ni olvidándote de los demás. Es un camino de cruces hasta morir crucificado con Xto. Jesús. Allí acabará el camino, pero sólo si lo has dado todo por amor. Empezará entonces el verdadero y único, el de la felicidad eterna junto al Padre.

Hay muchas esperanzas en alcanzar esta meta, porque no caminas solo. Vas guiado y en las Manos del Espíritu Santo. Él te acompaña y te asiste siempre que se lo pidas y abras tu corazón a su acción. No lo dudes, porque de no ser así, nadie hubiese alcanzado la Gloria de llegar a Él. Ni siquiera María. Todo está en sus Manos. Es el Señor y en Él alcanzaremos la dicha de amar como Él quiere que nos amemos.

Transforma Señor nuestro corazón apegado y egoísta en un corazón abierto, generoso y entregado, por amor, al servicio de los demás. Tal y como Tú nos has propuesto. Amén.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

POBRES PARA ALCANZAR EL VERDADERO REINO, EL REINO DE DIOS

(Lc 6,20-26)
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Ser pobre no es esencialmente no tener dinero, sino va más allá, no desearlo. Porque hay muchos que siendo pobres respecto al dinero, su espíritu está poseído por las riquezas porque viven pendiente del dinero y de conseguir algún premio que les dé esa posibilidad.

Pero hay otra clase de pobreza más profunda, y quizás más difícil de alcanzar, la espiritual. Sólo aquel que experimenta esa pobreza podrá entender todas las demás. Quizás es por lo que el Señor empieza por la pobreza. Porque el pobre de espíritu se abaja y se hace humilde; porque el pobre de espíritu es capaz de soportar la soberbia del suficiente, y también las imposiciones de los que, envidiosos, quieren que le envidien y que deseen su falsa y aparente felicidad.

Porque todas las carencias de cosas que nos puedan hacer sufrir serán saciadas y colmadas, quizás de otra manera, en la eternidad. Esa es la esperanza que alimenta esta vida y que conforta y ayuda a superar con alegría y gozo estas dificultades terrenales. Cuando uno experimenta el hambre y sed del mundo entiende muchas cosas que de otra forma le son vedadas. Y su espíritu se fortalece hasta el punto de superar todas estas contrariedades que hoy se sufren.

Es de  esta perspectiva como se puede entender a los miles y miles de refugiados que sufren la persecución y el martirio por causa de su fe y de las guerras entre los hombres. Es como se explica la sonrisa hallada en sus rostros a pesar de las perdidas y calamidades que sufren. 

Hay esperanza, hay promesa de una vida mejor y se está en el camino. El niño ahogado ya lo ha logrado, aunque no era ese su deseo, ni lo es tampoco el de las miles de personas que sufren hoy. Pero es la cruz que nos imponen llevar lo que se creen dueños del mundo y no se sienten pobres hijos de un mismo Padre. Así ocurrió con Jesús, y se entregó a una muerte de Cruz por la salvación de todos.

martes, 8 de septiembre de 2015

JESÚS, ENCARNADO EN LA HISTORIA DE LOS HOMBRES

(Mt 1,1-16.18-23)


Jesús tiene su historia como cualquier hombre. En sus antepasados hay de todos, como ocurre en cualquier familia de este mundo. Buenos y malos, mejores y peores, sencillos y complejos forman una sucesión hasta llegar a María. Y María es especial, especial porque para ser elegida la Madre del Hijo de Dios tiene que ser especial. Adornadas por cualidades que hablan maravilla de ella.

Es la llena de Gracia y la que cumple la Voluntad de Dios por encima de todo, hasta el punto de acceder a ser la esclava del Señor y aceptar ser la Madre de quien iba a ser entregado a una muerte de Cruz para el perdón de los pecados. Dios sabe por qué hizo su obra así, y por qué eligió a María.´

Se nos escapa de las manos entender ese misterio. ¿Fue libre María o estaba ya designada y engalanada para ser la Madre de Dios? Yo creo que ambas cosas existen en el tiempo. Sabiendo la respuesta de María y su incondicional entrega a someterse a la Voluntad de Dios, es llena de Gracia y elegida por Dios para tan alta dignidad. 

Supongo que de alguna forma parecida ocurre en todos los que en un momento determinado abren su corazón a la Palabra del Señor. La Gracia del Espíritu de Dios penetra en sus corazones y llenos de su Gracia recorren el camino de perfección hasta llegar al Señor. María, elegida para ser Madre de Jesús, fue al instante de su Sí la llena de Gracia y virtudes que todo Hijo quiere para su Madre.

Y Jesús, Dios hecho Hombre, encarnado en una familia normal, humilde y sencilla, se hace cercano al hombre para, desde la naturalidad y sencillez emprender su Obra liberadora y salvífica para todos los hombres.

lunes, 7 de septiembre de 2015

ES ABSURDO DEJAR DE HACER EL BIEN POR LEY

(Lc 6,6-11)


No puede haber nada prioritario antes que la propia vida. No se puede dejar sufrir o morir a alguien porque esté dentro de un lugar prohibido y en el que no se pueda entrar. Habrá que hacer una omisión, porque esa prohibición va contra el bien del hombre. Nada puede ir contra el bien y la felicidad del hombre.

Bien, es cierto, que hay caminos torcidos para regresar a los rectos. Queremos significar que para lograr un bien hay circunstancias en la que hay que sacrificarse y hasta sufrir, pero tras ese esfuerzo se busca el bien del hombre. Lo que es absurdo es dejar empeorar, hasta el punto de enfermar gravemente, al hombre por motivos de leyes, prohibiciones o preceptos.

Y es eso lo que defienden los fariseos. Posiblemente ellos no cumplirían esas leyes si las circunstancias se dieran en ellos. Los gobernantes ponen leyes, pero son ellos los primeros en incumplirlas. Las leyes son para los demás. Porque si las leyes fuesen cumplidas por los que las imponen, sus leyes serían más de sentido común y misericordiosas. Se verían reflejados y afectados, y se cuidarían de no promulgar normas que les pudiese condicionar y afectar también a ellos.

Jesús trata de dejarlo claro y les interpela para que disciernan sobre qué es lo verdaderamente importante: «Yo os pregunto si en sábado es lícito hacer el bien en vez de hacer el mal, salvar una vida en vez de destruirla».  Supongo que su mirada va llena de ternura, amor y misericordia .Quiere que reflexionen, que se encuentren con la verdad y el fin de lo que debe perseguir la ley, pero ellos siguen obstinados y empecinados en su soberbia.

Puede ocurrirnos que a nosotros nos suceda lo mismo. Queremos suavizar la ley cuando nos afecta, pero la mantenemos cuando nos favorece y defiende. Se ausenta nuestra misericordia cuando se trata de defender nuestro egoísmo y bienestar, pero, aparece cuando nos afecta a nuestra persona o intereses. ¿Qué leyes defendemos y para quienes las promulgamos?  Son leyes de hombres y sujetas al error.

Busquemos la ley de Dios que defiende el bien del hombre, pues se ha hecho Hombre en su Hijo Jesucristo para salvarnos y danos el gozo eterno.

domingo, 6 de septiembre de 2015

JESÚS, SEÑOR DE LA VIDA Y LA MUERTE

(Mc 7,31-37)


El Señor puede hacer su Voluntad. Él es el Creador, el Señor de todo lo visible e invencible, y puede alterar lo que su Voluntad así lo desee. Claro está, que el Señor nada malo puede hacer. Es Inmutable y su Bondad infinita. Todo lo que haga será lo mejor para el hombre.

Pero, el hombre, tocado por el pecado, se atreve a interpretar los pensamientos e intenciones de Dios. Se atreve a diagnosticar la obra de Dios y hasta prohibirle su actuación y su Voluntad. Dios hace libre al hombre y deja a su libertad la elección de aceptarle, reconocerle o rechazarle. Pero, a pesar de la opción que elija, Dios continúa amándole y abriéndole los brazos misericordiosos a su perdón.

Dios quiere salvar al hombre, y para ello ha se ha hecho Hombre en su Hijo Jesucristo, entregándose a una muerte de Cruz para pagar por su rescate. Su compromiso es inmutable y actúa para salvarlo. Por eso aprovecha las oportunidades que las circunstancias le ofrece y cura a aquel sordo con dificultad para hablar para demostrar su poder y divinidad.

Jesús es declarado como el que hace todo bien; hace hablar a lo sordos y hablar a los mudos. sin embargo, hoy, muchos exigen que cure a todos, y que lo que los hombres hacen mal, Jesús lo transforme en bueno. Algo así como una caja mágica que purifique y convierta todo lo malo en bueno. Confunde la libertad con que el Señor no pueda intervenir para transformar algo malo en bueno. ¿Para qué si no la oración? ¿Tendría sentido la Cruz si Dios interviene para evitar el mal?

Uno de los grandes peligros de hoy es el querer interpretar la Voluntad de Dios y de constituirnos en jueces capaces de discernir lo que Dios tiene que hacer o no. ¿Acaso no es Dios dueño de hacer lo que quiere? ¿Acaso no sabe Dios qué es lo que conviene al hombre? ¿Vamos a decirle nosotros a Dios que es lo que debe hacer? Al parecer, aunque no parezca extraño, hay gente que así piensan.

sábado, 5 de septiembre de 2015

EL HOMBRE, CRIATURA DE DIOS

(Lc 6,1-5)


El hombre es la criatura de Dios, la criatura a la que sometió toda la Creación. Todo fue creado en función del bien del hombre, y para que, el mismo hombre, lo admistrara para gloria de Dios. Las leyes no están para someter al hombre, sino para bien de él. De modo que deben adaptarse para beneficio y provecho del hombre.

El Evangelio de hoy nos cuenta como David, contraviniendo la ley, da de comer a sus compañeros los panes del templo, que solo pueden comer los sacerdotes. Igual hacen los discípulos en sábado con las espigas que toman del campo por donde pasan cuando iban con Jesús.

Primero las necesidades vitales del hombre, como es el hambre, que la ley no puede someter a su rigor y disciplina. El sábado está para servir al hombre, y no lo contrario. Y sucede que hoy no es el sábado, sino pero todavía, la economía. Se somete la vida del hombre en función del consumo. Todo gira en orden al interés económico.

Ya no es solamente el sábado, sino también el domingo, día del Señor, donde el hombre queda esclavizado por los intereses egoístas de la economía y el poder de unos cuantos que someten a los pueblos. Interés económico que destruye a la familia y la convivencia fraterna. Podríamos decir que la nueva ideología marxista no es el comunismo, sino que ahora recibe otro nombre: el interés económico, o mejor, el consumo y la economía.

Ese es ahora el sábado de nuestro tiempo. El hombre queda maniatado a merced del depredador económico que sólo pide y exige dinero y beneficio, y con el dinero, alcanzar poder. Son los nuevos fariseos de nuestro tiempo.

Pero la pregunta no es senciilla, y también nos afecta a nosotros. ¿Vivimos también nosotros de acuerdo con esas leyes? ¿Vivimos nosotros sometidos al interés económico? ¿Somos nosotros esos fariseos que descubrimos en pleno siglo XXI?

Pidamos al Señor la Gracia de liberarnos de tal esclavitud, y vivir como prioridad de nuestro camino y vida el Amor a Dios y al prójimo.

viernes, 4 de septiembre de 2015

LA VIDA SE ENCARGA DE PONER TODO EN SU SITIO

(Lc 5,33-39)


En la vida hay de todo. No siempre se disfruta ni tampoco se sufre. Hay momentos para lo uno y también para lo otro. Lo importante es saber discernir cuando toca uno y cuano el otro. Es esa la pregunta que, con muy mala intención, dirigen los fariseos a Jesús: «Los discípulos de Juan ayunan frecuentemente y recitan oraciones, igual que los de los fariseos, pero los tuyos comen y beben».

Los que están sujeto a las leyes y normas se esclavizan y se someten a ellas. Así el sábado de alguna manera reinaba, y también otras normas y leyes, sobre los fariseos. Y eso es descabellado, pues de sentido comú es que todo debe estar sometido y en función del bien del hombre. Por eso, los fariseos, con unas seiscientas trece leyes, no podían ni respirar. El hombre sometido al dictado de las leyes.

Ni que decir tiene que el sentido común no entiende eso. Y lo lógico es que en el tiempo se imponga la sensatez y el buen sentido. El ayuno tendrá su debido tiempo, porque llegará inevitablemente. La vida es un camino de rosas y espinas, y cuando rosas, toca aprovecharlas, saborear su perfume y olor, y si espinas, toca soportar el aguijón del dolor, la tristeza y el contra sentido.

Sin lugar a dudas que en muchos momentos conviene purificarse y prepararse para conseguir el equilibrio y dominio de tu voluntad. Abandonarse a los malos hábitos no es bueno, pero todo de una forma natural y en sintonía con la misma vida. Las normas sistematicas esclavizan y angustias, porque el hombre ha sido creado para amar, y el amor es paciente, comprensivo, generosos, misericordioso...ect. No sabe de rigidez ni de cumplimientos sistematicos ni de leyes. Es bueno respetarlas y tenerlas, pero sabiendo que por encima de ellas está el amor.

Ayunar exige tener una razón para hacerlo, no por supuestas leyes, costumbres o ritos. Detrás del ayuno hay un motivo que da sentido a ese sacrificio, y siempre ese motivo llega cargado de amor.