miércoles, 14 de octubre de 2015

COHERENCIA EN LA VERDAD, JUSTICIA, CARIDAD Y FIDELIDAD

(Lc 11,42-46)


Las palabras, las prácticas, las apariencias, la liturgia y todo lo que quieras añadir no valen para nada, si detrás no hay una vida coherente con lo que se piensa. En el Evangelio de hoy, Jesús nos descubre que esa coherencia de vida es lo verdaderamente importante.

No tiene ningún sentido decir que crees en Dios, si después no tratas de acercarte a aquellos que necesitan de ti. En la mayoría de los casos piensas en lo necesitados de limosna, pero no es simplemente eso. La parroquia necesita de ti, de tus carismas, de tus dones, de tu trabajo. Los otros también necesitan de ti, los que van a la parroquia o los que necesitan recibir mejor formación, testimonio y luz.

¿Tú qué puedes dar? Es, quizás, la pregunta que hoy nos hace Jesús en el Evangelio. No te esmeres tanto en cumplir con la ley, que hay que hacerlo, si luego olvidas y dejas de vivir en el amor y la justicia a los demás, y a las necesidades parroquiales. Hay mucha tarea que cubrir, y que nos espera.

No se trata de hacer lo que me gusta, sino lo que puedo y para lo que experimento que puedo ayudar. Tampoco se trata de que hagan las cosas a mi gusto y apetencia. Algo tengo que soltar y sacrificar. Lo que duele es lo que exige amor, y el amor es la esencia y el fundamento que nos hace seguidores de Jesús.

Se trata, pues, de estar disponibles y dispuestos a dar parte de nuestro tiempo, de nuestras comodidades, de nuestros placeres y también, si tenemos, dinero. Se trata de compartir y de dar lo que podamos en el esfuerzo y la preocupación por construir un mundo mejor.

Se trata en definitiva en que nuestras prácticas y cumplimientos, tantos civiles como religiosos, tenga una respuesta coherente en nuestra vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.