sábado, 23 de enero de 2016

JUNTO A ÉL, PARA PENSAR COMO ÉL

(Mc 3,20-21)

Jesús no pasaba desapercibido, su fama era notoria y, enterados de su presencia, le cercaban de tal manera que no le dejaban ni comer ni descansar. Pero, siguiendo el proverbio, "nadie es profeta en su tierra", sus parientes, enterados de la algarabía que producía su presencia, fueron a buscarles, pues decían: «Está fuera de sí».

Los criterios de Jesús no coinciden con los nuestros. Y eso, o lo aceptamos, o nos resultará extraño y de locura. El hombre tiene una lógica, donde la Palabra de Jesús no se entiende, porque es contraria a su forma de ver y de entender el mundo. Para el hombre, dar significa recibir, y cada cosa tiene su valor y precio. El hombre mide su valor por lo que tiene, posee y sabe. De forma que, su éxito en la vida dependerá de su poder económico, intelectual y espiritual.

Y Jesús no va por ahí. El más pequeño de los hombres puede ser el más grande en el Reino de los cielos. Porque la grandeza del hombre no reside en el poder, ni en la belleza, ni en la riqueza o conocimiento, sino en el amor. El hombre es grande en la medida que se entrega al servicio de los demás, con todo lo que ha recibido y de forma gratuita, desinteresadamente y por amor. Un amor apoyado y como fuente en Jesús, y desde Él al Padre Dios.

Llevar ese estilo de vida, semejante a Jesús, es algo contradictorio en el mundo que vivimos. Y, según el criterio del hombre, de locura, porque no se entiende con la lógica humana. Y cuando, por la Gracia de Dios, logramos entender algo, nos arrimamos a su lado, extasiados y maravillados, perseverando en su compañía diariamente. Le necesitamos para, por su Gracia, pensar como Él.

No estamos lejos de esta actitud profética en cuanto a ver a Jesús como un loco. Hoy, en la actualidad, hay muchos que critican negativamente al Papa Francisco, y tambíén lo han hecho con otros Papas, tal es el caso de san Juan Pablo II. ¿Cuál es nuestra actitud? Convendría reflexionar sobre ello. Jesús sigue clavado en la Cruz esperando nuestra adhesión y confianza, y perdonándonos cada día, a pesar de nuestro rechazo y critica.

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