viernes, 8 de abril de 2016

HAMBRE Y SED DE DIOS

(Jn 6,1-15)

Nos preocupamos demasiados en la estrategia o en la forma de hacer las cosas. Es verdad que no se puede ir a lo loco por la vida, pero no es bueno limitar la labor de aquellos que quieren amasar par y ser levadura para dar de comer y de beber. Hay muchas formas de llegar a Dios, y puede ser por una palabra del Papa o de un sacerdote, o de un humilde seglar que habla de la justicia y del amor.

El Espíritu de Dios sopla donde y como quiere y con lo que quiere. Él se vale de nuestra buena intención, de nuestro esfuerzo y deseo para convertir el agua insípida de nuestras palabras y trabajo, en levadura buena y de calidad para fermentar esa masa abundante en semilla de buenos frutos. El milagro de los panes y los peces que el Señor Jesús nos muestra hoy en el Evangelio, es el milagro de nuestra propia historia. No podremos multiplicar los frutos de nuestra evangelización si pensamos en los pocos medios y recursos que tenemos. La confianza en Dios nos abrirá siempre caminos y soluciones.

Jesús vino para amar, y tanto amó su Padre Dios al mundo, que le envío para salvar a hombre por amor. Por lo tanto, eso es lo importante, amar. Y de eso es lo que hay que hablar, del amor. Y al hablar del amor descubrimos que el amor no se ve ni se toca, se concreta en obras y hechos. Y cuando nos esforzamos en vivir el amor nos damos cuenta que estamos proclamando la Buena Noticia de salvación, porque Dios es Amor. Y al hablar del Amor, hablamos de Dios, de su Iglesia, de su cabeza aquí en la tierra, el Papa, y de todos los miembros que la componen. Porque estar con Jesús es estar con el Papa y con su Iglesia. 

El milagro de la Palabra se sucede cada día, y se hace milagro, valga la redundancia, porque hablar de Dios nos hace levantar la mirada, sentirnos Iglesia y ser fieles al Papa, cabeza de Cristo en la tierra. Dejemos que nuestra pequeña levadura, en Manos del Espíritu Santo, sea fermento de evangelización y multiplique el pan que sirva de alimento para que los hombres nos acerquemos a Dios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.