viernes, 10 de junio de 2016

LA VERDAD NO ADMITE IMPUREZA

(Mt 5,27-32)

Cuando algo es impuro entendemos que no es perfecto y que está mezclado de impurezas que lo desvirtúan. Así pasa con el amor, cuando no es fiel al compromiso contraído se desvirtúa y corrompe. Porque el amor no es simplemente la pasión o los sentimientos, es el compromiso y la palabra. 

¿Podríamos entender que Dios rompiera su Alianza y nos condenara a todos? ¿Podríamos entender que Dios nos retirara su Misericordia? Dios está comprometido con cada uno de nosotros, y, a pesar de nuestras infidelidades se mantiene firme en su compromiso. Él no retira su Palabra y sostiene su Amor. Pero quiere que cada uno de nosotros haga lo mismo. A pesar de nuestras pasiones, egoísmos, sentimientos y caprichos. 

Dios quiere que nuestro compromiso de amor con nuestra esposa sea modelo, testimonio y ejemplo de amor como el de Él. Por eso, Dios bendice el matrimonio y se compromete en el sacramento matrimonial a ayudarnos, a darnos su Fortaleza y Gracia para que podamos sortear y superar todas las dificultades que nuestra unión sufrirá. Dios quiere que nuestra unión sea para siempre, hasta que Él regrese, en su Hijo, para poner todas las cosas en su lugar.

Todos comprendemos que la unidad es el objetivo y que el amor es el pegamento de esa unidad. Pero nos falla el pegue, porque lo contaminamos, lo dejamos a la intemperie y lo estropeamos. Necesita cuidados, necesita compromiso y responsabilidad, pero, sobre todo, necesita oración. Jesús ha sido invitado, y si al invitado no se le pone cuidado, se le cuida y atiende, terminará por no estar o por perdérnoslo. Porque hay otro, que no habiendo sido invitado, está al acecho y nos tienta y estropea nuestra unión. Ya lo hizo con Adán y Eva.

La belleza no está en la pasión, en los gustos, en las comodidades, en las satisfacciones, sino en la verdad y en el compromiso de respuesta a lo autentico, a lo verdadero, a lo justo. Una persona es valorada no cuando se ha preocupado de sí misma y se ha dado la buena vida egoístamente, sino cuando ha sido responsable con sus compromisos y ha vivido de acuerdo con la verdad y la justicia. Lo que propone Jesús es lo más lógico y lo mejor. Su Palabra es Palabra de Vida Eterna.

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