miércoles, 20 de julio de 2016

¿CÓMO ESTÁN TUS OÍDOS Y TU FE?

(Mt 13,1-9)

La Palabra no se ha escondido, sino que ha sido sembrada por todos los sitios y lugares. La Palabra se ha proclamado para todos, porque ha venido para proclamarse a todos. Por eso se deja caer en todos los lugares, incluso a la orilla del camino, pero también en el pedregal, donde no hay mucha tierra, y junto a los abrojos, donde se hace difícil crecer por la amenaza de los abrojos. Y también en tierra buena, donde dieron frutos.

Sólo una pregunta daría sentido a la escucha atenta de esta Palabra de Dios: ¿Cómo es tu tierra, y dónde se encuentra? ¿Cómo están tus oídos y tu fe? ¿En que actitud los predispone para oír esa Palabra proclamada que cae sembrada en tu corazón? ¿Acaso tu tierra está seca y en el camino?; ¿es mala?; ¿hay abrojos, o es tierra abonada y abierta a ser fecundada para dar frutos?

Dependerá de tu trabajo de labriego y de tu perseverancia y constancia para hacer que esa tierra tuya quede en buena disposición para que dé frutos. Dependerá de tus oídos y tu fe, para confiado al buen Sembrador, la semillas fructifiquen en la tierra de tu corazón. Todo está dicho y bastante claro, y ahora, el que tenga oídos que los abra y oiga.

Cada cual está llamado a trabajar su propia tierra. Esa tierra seca, árida, pedregosa, junto a abrojos o fértil. Dependerá de lo que se te haya entregado, pero tus esfuerzos por fructificar serán tenidos en cuenta en la medida de los talentos que se te han dado. De cualquier manera, la lucha con nuestra propia tierra está servida y esa marcará nuestro camino. 

Pero nunca olvides que no estás solo, porque ese Sembrador que ha dejado la semilla en tu corazón va a trabajar contigo para transformar tu tierra en la tierra que Él quiere y desea para recoger tus frutos. Confía y abre tus oídos y acrecienta tu fe. 

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