jueves, 7 de julio de 2016

LLAMADOS A LA VIDA EN EL REINO DE DIOS

(Mt 10,7-15)

El Reino de Dios está cerca. Esa es la Noticia que todo cristiano guarda con gozo, esperanza y alegría en su corazón. Porque el Reino de Dios es la Vida en Plenitud Eterna, la mayor aspiración del hombre y lo que busca desesperadamente consciente o inconscientemente. Todos vamos detrás de la felicidad eterna.

¿Cómo guardarnos esa noticia? Imposible retenerla porque, al mismo tiempo, experimentamos el deseo y el impulso irresistible de darla a conocer a todos los hombres. Porque sabemos que todos los hombres buscan esa Vida Plena y Eterna. Y ese es el mandato de Jesús. Ha venido para eso, para traer la salvación a todos los hombres. La muerte ha sido vencida y la Vida es a lo que estamos llamados tú y yo, y todos los hombres y mujeres del planeta tierra.

Y nos envía tal como somos y injertados en Él. No nos apeguemos a los medios técnicos ni métodos que, si bien nos pueden ayudar y servir a evangelizar, no son lo más importante ni imprescindible. Vamos en nombre del Señor y eso basta; vamos auxiliados y asistidos por el Espíritu Santo, y eso basta. Y anunciamos la cercanía del Reino de Dios para aquellos que quieran escucharlo y se abran a su Mensaje, y si lo rechazan dejaremos de insistir y nos iremos sin dejar de decirles que el Reino está cerca.

Ahora, proclamar la Palabra de Dios nos exige vivirla. Seremos unos hipócritas si proclamamos lo que nosotros, luego, no intentamos y nos esforzamos en vivir. Sólo lo que se vive se transmite, a pesar de nuestros pecados, fracasos y limitaciones, pero la intención y el esfuerzo es lo que realmente deja la huella de la verdad, justicia y amor. Y el resto lo pone el Espíritu Santo, que nos asiste y nos transforma y hace que nuestras obras den frutos y sean santas.

Con esa intención y propósito nos ponemos en Manos del Señor y abrimos nuestro corazón para que su Gracia nos transforme y nos llene de sabiduría y fortaleza para que, con nuestra vida y testimonio su Palabra sea proclamada a todos los hombres.

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