jueves, 25 de agosto de 2016

AMAR, AMAR Y AMAR A CADA INSTANTE

(Mt 24,42-51)

No se trata de estar inquieto, asustado o agobiado por la espera o la llegada del Señor. Se trata de esperarlo confiado y esperanzado en su Misericordioso Amor, que nos perdona y nos salva. Pero hay una forma concreta de espera, que no falla nunca y es la que el Señor espera que hagamos en nuestra vida. Se trata de amar.

Amar, amar y amar a cada instante. Que nos sorprenda amando. Y esto sucede cuando vivimos en el esfuerzo del amor. ¿Qué significa esto? Significa que amar no consiste en sentir, ni apetecer, ni gustar. Amar es un compromiso por el que tú o yo nos esforzamos en servir, en escuchar, en comprender, en perdonar y en ser pacientes. Y, quizás, muchas cosas más.

Amar es respirar inocencia, buena intención, ingenuidad, unidad, deseos de paz y concordia. Amar es construir justicia, fraternidad, generosidad, amabilidad y paz. Amar es perfumar con el olor de tu corazón todo el ambiente que te rodea y llenarlo de justicia, misericordia y fe. Para que cuando llegue el Señor te encuentre perfumando el ambiente con ese perfume de la marca "amor".

Y cada instante de tus instantes amas, si pones tu vida al servicio del otro; amas, si lo que te importa es ser luz, camino y bien para el otro; amas, si,  olvidándote de ti, te das para que el otro viva por ti. Y, el amor, no es heroico ni de grandes batallas, sino de pequeñas cosas que saben morir cada día para que el otro viva. Es un amor que se deja ver en tus esfuerzos misericordiosos, de justicia y de fe.

Amar es tomar a Jesús por modelo y, en Él, procurar vivir lo que Él vivió e hizo durante su tiempo en la tierra. Amar, al final, es silenciar tu vida y tus proyectos, y, dejándolos en Manos del Espíritu Santo, dejarte llevar para que Él te indique donde debes ponerla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.