viernes, 12 de agosto de 2016

EL MATRIMONIO, UNA VOCACIÓN

(Mt 19,3-12)

Normalmente no se entiende el matrimonio y la familia como una vocación. Normalmente se va al matrimonio impulsado por el deseo sexual y no por el deseo vocacional de responder a la formación de una familia. La prueba de que eso sucede hoy es la baja natalidad en los matrimonios de hoy. Todo se pospone a la idea de la buena vida, del gozo y placer.

Y los hijos son un obstáculo y una lata. Se construyen las familias sobre arena y no sobre roca. No es extraño que suceda lo que vemos. Las familias, apoyadas en el sexo y comodidad, arena movediza, se derrumban a la menor tempestad. Y se buscan otras parejas, otras fuentes de gozo y placer. Placer efímero y de poco tiempo, porque el sexo se gasta. No es un amor puro, sino placentero y egoísta que se gasta pronto y termina.

Lo que nunca termina es el amor ágape, el amor que se entrega, que se da y que su gozo nace del servicio y de buscar el bien de la persona amada. Y de la familia, los frutos de su amor. Y desde ahí, lo lógico es permanecer en ese amor y no repudiarlo. Porque eso es lo que nos dice el sentido común, no el sentido egoísta. Los hijos padecen y sufren ese egoísmo de sus padres. Porque no consiste en llevarse bien, sino en convivir bien reflejando esa entrega, ese servirnos y amarnos.

Se trata de que los hijos encuentre en sus padres la orientación, los valores, el respeto, la fidelidad y todas aquellas actitudes que dignifican al hombre y lo hacen más perfecto, mejor y más hijo de Dios. No cabe duda que el mundo sería mejor, porque el mundo lo componen familias. Ese debería ser la primer medida y la primera regla de los gobiernos:  Una educación dirigida, basada y apoyada en las familias, porque son ellas las que construyen y edifican los pueblos, las ciudades y las naciones.

No olvidemos ni miremos para otro lado. Tu separación y la mía es consecuencia de nuestro egoísmo y satisfacciones placenteras. Nunca del sentido común ni del derecho a la verdad y la justicia. Son simples auto engaños que queremos justificarlos distorsionando la realidad y la verdad.

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