miércoles, 17 de agosto de 2016

INVITADOS A LA VIÑA DEL SEÑOR

(Mt 20,1-16)

Nos creemos con derechos, y muchos derechos por pocos deberes. Y protestamos cuando creemos que nuestros derechos han sido violados o incumplidos. Medimos la justicia según nuestra razón y pensamos que así debe ser en todos los estados. Nuestra ignorancia llega a tal extremo que nos creemos hasta dueño de nuestro devenir.

Todo nos ha sido regalado y nada nos pertenece. Vivimos porque el Señor, Dueño de la Viña, nos sostiene y a Él corresponde todo. Por nuestros méritos no tendríamos esperanza, pues sin la Misericordia de Dios, estaríamos todavía esperando la redención y nuestra esperanza sería vivir en este valle de lágrimas hasta el momento de nuestra muerte sin más. Algo parecido a los que muchos se apuntan cuando rechazan la llamada del Señor.

Hoy, quizás nos pueda servir y hacer reflexinar, el Dueño de la Viña nos llama de nuevo, y nos contrata para que vayamos a su Viña a trabajar. A unos nos ha encontrado de buena mañana y nos ha llamado; otros hemos sido avistados al medio día, y otros más tarde. Pero todos hemos sido invitados a trabajar en la Viña del Señor. Y debemos de dar gracias porque hemos sido aceptados en su Viña.

Sin embargo, nos molestamos porque, el Señor, ha pagado a los útimos avisados lo mismo que a los primeros. Nos molesta que haga lo que quiera con su dinero. ¿Acaso no es el Dueño? No te ha dado lo que ha acordado contigo? Luego, ¿por qué te sienta mal que a otro, aunque haya llegado más tarde, le pague igual que tú? ¿No adviertes que tu justicia no es la misma que Dios? ¿Y no descubres que por la Misericordia de Dios, no mereciéndola, tú estás salvados? ¿Todavía te parece mal que Él haga con otro lo que hace contigo?

¡¡¡Señor, dame la humildad de aceptar tu Misericordia y de saberme tratado justamente!!! Porque Tú eres la Justicia Infinita y Perfecta, y porque, Tú eres el Amor generoso que das, sin pedir nada a cambio, por Amor.

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