martes, 6 de septiembre de 2016

Y CONSTITUYÓ SU IGLESIA

(Lc 6,12-19)

¿Cuál fue el objetivo de constituir un grupo que continuara su labor? ¿Cuál fue la misión encargada? Porque el hecho de agruparlo en torno a sí mismo tenía una intención, cual es la de proclamar la Buena Noticia de salvación que traía de parte de su Padre. Y así nace la Iglesia. Es pues de sentido común que le diese a su Iglesia, a través de Pedro, el poder de atar o desatar aquí en la tierra como en el Cielo.

Posiblemente, Jesús elige de acuerdo con su Padre. Pasa primero, previo esos momentos importantes de elección, la noche orando, y elige a los apóstoles. No fue una elección aparentemente a dedo, sino que fue concensuada con la Voluntad del Padre que lo había enviado.

Posiblemente, tú y yo también hemos sido creados para una misión. Y una misión pensada por el Padre, que espera ver cumplida y vivida por cada uno de sus hijos. Pero una misión que nos toca a nosotros descubrir en la oración de día a día y en la apertura a la acción del Espíritu Santo. Porque Jesús, abierto a su acción, siguió los impulsos que el Espíritu, desde su nacimiento en el seno de María, y pasando por su Bautismo en el Jordán, le impulsaba a cumplir.

Ese es el camino que Jesús nos ha trazado con su propia Vida. Camino de donación y de entrega, en el Espíritu, a los demás. Un Espíritu Santo que nos fortalece, que nos ilumina, que nos refuerza la voluntad y esperanza para continuar subiendo la montaña de nuestra propia pasión y muerte a los pies de la Cruz de Xto. Jesús.

Seamos fieles a esa Iglesia que, fundada por nuestro Señor Jesús, continúa hoy su misión evangelizadora proclamando la Buena Noticia de Salvación a todos los hombres que aspiran a vivir en plenitud de gozo la vida eterna.

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