sábado, 3 de diciembre de 2016

DEMOSLO TAL Y COMO LO HERMOS RECIBIDO, "GRATUITAMENTE"

(Mt 9,35-10,1.6-8)
Jesús no ha venido a pasar una larga temporada con nosotros, sino a estar Siempre, Y para pasarlo bien, en plena felicidad y con gozo eterno. Jesús ha venido a proclamar la Palabra de Dios, para que, escuchándola y viviéndola, todos los hombres se salven. Y lo hace desde la gratuidad.

No cabe ninguna duda que la tarea es ingente y los obreros son pocos. Brillan por su ausencia. Y hacen falta evangelizadores comprometidos desde, no sólo la Palabra, sino fundamentalmente, desde la vida. Jesús recorría todas las ciudades y aldeas enseñando en sus sinagogas. Su Palabra trascendía a la vida y actuaba sanándola y salvándola.

 Y de esta misma manera envía a sus discípulos: «La mies es mucha y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies». Y llamando a sus doce discípulos, les dio poder sobre los espíritus inmundos para expulsarlos, y para curar toda enfermedad y toda dolencia. 

Jesús reviste de su autoridad a aquellos que envía. Las circunstancias lo exigían, porque el Reino de Dios no son sólo palabras y buenos propósitos, sino que es la Palabra que salva en la propia vida. Quizás, hoy sea de otra forma, porque su Palabra no necesita ser verificada en cada momento: "A esta generación no se le dará otro signo que el de la Cruz, Lc 11, 29-32. 

No es cuestión de estar haciendo demostraciones como si de un circo se tratara. Sin embargo, sí hace falta obreros para atender la mies, que es abundante, pues la labor del pastoreo, de perseveración y de anuncio es grande. Y se necesitan obreros que evangelicen desde la misma vida, donde la Palabra se haga presente cuando la vida lo exija.

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