lunes, 26 de diciembre de 2016

EL CAMINO NOS ALERTA DEL PELIGRO

(Mt 10,17-22)
Jesús nace y todo se ilumina y nuestro corazón se llena de gozo y alegría. Pero eso no nos debe hacer obviar las dificultades, los peligros y la posibilidad del martirio. Porque Jesús para eso, para estar dispuesto a entregar su propia vida por nuestra salvación.

La razón es que el mundo está de espalda a la verdad y nos enfrentamos a los hombres que nos persiguen, están contra nuestra proclamación de la verdad y la justicia y buscan quitarnos del medio, a nosotros y al mensaje del Señor. La Iglesia estuvo, está y seguirá perseguida, pero siempre se levantará firme y segura, y convencida de lo que dice y a quien proclama.

 «Os entregarán a los tribunales y (…) seréis llevados ante gobernadores y reyes, para que deis testimonio» (Mt 10,17.18). Precisamente “mártir” significa exactamente esto: testigo. Nos lo ha dicho el mismo Jesús, de forma que se cumplirá. Y observamos que se ha cumplido, se cumple y se seguirá cumpliendo. La Iglesia es perseguida y martirizada, pero siempre se mantendrá en pie, como también se ha dicho: Tú eres Pedro y sobre está piedra... Mt 16, 18.

El martirio de San Esteban, considerado y venerado como  protomártir, nos da testimonio y nos señala que también nuestro camino pasa por estos peligros. De hecho, en esto precisos momentos hay gente dando su vida por la y muriendo como mártires. También el Señor nos lo ha dicho: Este testimonio de palabra y de obra se da gracias a la fuerza del Espíritu Santo: «El Espíritu de vuestro Padre (…) hablará en vosotros » (Mt 10,19). Tal como leemos en los “Hechos de los Apóstoles”, capítulo 7, Esteban, llevado a los tribunales, dio una lección magistral, haciendo un recorrido por el Antiguo Testamento, demostrando que todo él converge en el Nuevo, en la Persona de Jesús. En Él se cumple todo lo que ha sido anunciado por los profetas y enseñado por los patriarcas (del Comentario: Fray Josep Mª MASSANA i Mola OFM (Barcelona, España).

No debes de sorprendernos que tras la Navidad, gozo y alegría, descubrimos nuestro camino, nuestra meta y nuestro destino. Porque es en la Cruz donde está escondido ese gozo y felicidad que el Niño Dios, estos días, nos anuncia con su nacimiento.

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