viernes, 30 de diciembre de 2016

EL ESPÍRITU GUÍA LOS PASOS DE JOSÉ

(Mt 2,13-15.19-23)
José, junto a María y el Niño, van sorteando los peligros que les amenazan.  Indudablemente, no están solos, pues el Espíritu de Dios les va indicando en cada momento el camino a seguir. De esa manera esquivan la amenaza de Herodes huyendo a Egipto. Más tarde, cuando se cumplió el tiempo, es de nuevo avisado en sueños por el Ángel del Señor para indicarle que pueden regresar.

La vida de Jesús junto a sus padres representan el modelo familiar. Si Jesús es nuestra referencia y nuestro modelo para llegar por Él al Padre, la Sagrada Familia que ellos encarnan, José, María y Jesús, es el prototipo de familia también a imitar por todos nosotros como familia. La unidad y la defensa de la vida están encarnadas en la familia. Los valores de la verdad, la justicia, el respeto y el amor aseguran la unidad familiar y la convivencia de los pueblos.

Porque la familia es la célula de la sociedad. ¿Qué ocurriría sin desaparece la familia? ¿Susistirían los pueblos? ¿Y la vida? Sin la defensa de la vida, ¿tendrían futuro los pueblos? El Señor nace en familia y tiene unos padres que le protegen y le defienden. La familia es el espacio donde se aprende a amar y donde se tiene las primeras experiencias de desprendimiento, de reparto, de compartir, de darte y sacrificarte por el hermano. La familia es la escuela del amor.

Y ese amor hay que preservarlo y cultivarlo. El amor nos es un sentimiento, ni afectos, ni emociones, ni caricias, ni apetencias ni...etc. El amor es un compromiso que se descubre y emerge cuando nacen las dificultades. Todo lo contrario de lo que nos presentan este mundo de hoy. Se acaba cuando nacen los primeros desencuentros o dificultades. El amor es un COMPROMISO, y la referencia y modelo es nuestro Señor Jesús. El nos ama precisamente soportando con paciencia todos nuestros pecados e indiferencias. De Él aprendemos a amar también nosotros.

Y la familia de Nazaret es nuestro modelo a imitar frente a las generaciones actuales que reclaman derechos  de convivencia de hecho, sin compromiso. Preparados para romperlo y separarse a la primera dificultad o interés egoísta. Llamándole familia a lo que no lo es, y donde los hijos quedan desamparados y a merced de los intereses de sus progenitores y otros. Así, los pueblos que se construyen son pueblos desunidos, inseguros, desprotegidos, sin valores...etc. Y es que los pueblos que matan desaparecen.

Miremos a la Sagrada Familia y tengamos la esperanza de que la familia apoyada en la Sagrada Familia no quedará nunca desamparada. Como José, María y el Niño, seremos guiados por el Espíritu de Dios y superaremos todos los contra tiempos y dificultades.

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