jueves, 8 de diciembre de 2016

MARÍA, FUENTE DE GRACIA Y SALVACIÓN

(Lc 1,26-38)
María fue la elegida. Indudablemente cumple con las condiciones que Dios exige, sencillez, pequeñez y, por lo tanto, humildad. María es tierra fértil donde Dios planta su semilla y da frutos. Su seno es elegido para que la Gracia de Dios se encarne en Naturaleza Humana, y hecho Hombre habite entre los hombres. En María Dios se hace presente y hace presente también el Reino de Dios entre los hombres.

Pero, María tiene un proyecto. Un proyecto humano, desposada con José, un hombre de la casa de David, con el que va a casarse. Un proyecto como quizás tenga tú también ahora. Quizás, si eres joven, piensas formar una familia; un proyecto de trabajo, o, quizás, un proyecto de jubilado para pasar los últimos años de tu vida. A María le cambió Dios su proyecto, un proyecto de proporciones divinas, y María lo aceptó. 

¿Estás tú también dispuesto a abrirte a lo que Dios quiere de ti? ¿Quieres dejarte revestir de ese traje divino que Dios te propone? Esa es la cuestión. Mirar a María es también actuar como María. Quizás nos ocurra a nosotros también qué no conocemos cómo y qué hacer. Pero, quizás, también se nos responda que confiemos en la acción del Espíritu Santo. Dejémonos invadir por Él y que sea Él quien nos dirija como sucedió con María.

Pongamos nuestros proyectos en las Manos del Espíritu de Dios. Abramos nuestro corazón, como María, y respondamos al Señor que queremos dejarnos revestir de Espíritu Santo. Él sabrá qué y cómo hacer para que nuestra tierra sea, preñada del Espíritu, fértil y dé frutos según la Voluntad de Dios. 

Gracias María, Madre de Dios. Gracias por tu disponibilidad y tu respuesta decidida a ser la corredentora, por obra del Espíritu Santo, de la acción salvadora de tu Hijo, nuestro Señor Jesús, para todos los hombres. Alúmbranos para que, siguiéndote a ti, encontremos a tu Hijo, nuestro Señor, y, por su amor seamos liberados de la esclavitud del pecado.

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