lunes, 2 de enero de 2017

JUAN ANUNCIÓ LA LLEGADA DE JESÚS

(Jn 1,19-28)
Juan lo tuvo siempre claro y, preguntado, dió testimonio de quien vendría detrás de él: «¿Quién eres tú?». El confesó, y no negó; confesó: «Yo no soy el Cristo». Y le preguntaron: «¿Qué, pues? ¿Eres tú Elías?». El dijo: «No lo soy». «¿Eres tú el profeta?». Respondió: «No». Entonces le dijeron: «¿Quién eres, pues, para que demos respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?». Dijo él: «Yo soy voz del que clama en el desierto: Rectificad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías». 

Ese testimonio de Juan también nos interpela a nosotros. Porque, ¿damos nosotros testimonio de Jesús? Eso queda para nuestra reflexión personal. Cada cual tendrá que mirarse interiormente y ver que eso que vive dentro de sí, es también sacado al exterior. Dar testimonio de Jesús es nuestro deber y misión. Y lo es porque eso significaría que estamos vivienco y cumpliendo su Voluntad.

No se puede dar testimonio si no se vive de palabra y obras la Voluntad de Dios. Porque todo lo que sea apariencia se queda en ella misma y no llega al corazón del otro. Sólo se transmite lo que realmente es puro y de verdad. Y la Palabra de Dios llegará a otros cuando es transmitida con pureza, rectitud y buenas intenciones.

Los enviados eran fariseos. Y le preguntaron: «¿Por qué, pues, bautizas, si no eres tú el Cristo ni Elías ni el profeta?». Juan les respondió: «Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros está uno a quien no conocéis, que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle la correa de su sandalia». Esto ocurrió en Betania, al otro lado del Jordán, donde estaba Juan bautizando. Las palabras de Juan son muy claras y dejan el camino libre al Señor. Jesús nos buatizará en Espíritu y fuego, para que podamos superar las dificultades que el mundo nos presenta. 

Por nuestro compromiso de Bautismo, somos sacerdotes, profetas y reyes, y por y con el Espíritu Santo recibido, recibiremos fortaleza, luz y sabiduría para vencer todos los obstáculos que en el camino de salvación el mundo nos va ofreciendo para debilitarnos.

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