viernes, 25 de agosto de 2017

DIOS POR ENCIMA DE TODO

Mt 22,34-40
Amar a Dios supone amar al prójimo, porque la única forma de abrazarle es abrazar al prójimo. Sería absurdo adorar a Dios y dejar de lado al que está a tu lado. Debemos tomar conciencia que cualquier cosa que hagamos en bien de los demás es abrazar al Señor. Porque, otros abrazos no entiende el Señor ni tampoco los recibe. 

Nuestro amor a Dios está muy ligado a nuestro amor a los hombres y mujeres de este mundo. Incluso, de manera especial, a nuestros enemigos. Eso está muy claro, así lo expresó Jesús a aquel fariseo que quiso sorprenderle: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento mayor de la Ley?». Él le dijo: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Éste es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas».

Pocas palabras, pero muy profundas y muy claras. Y en ellas está contenida toda la Ley y los Profetas, tal y como termina diciendo Jesús. Es decir, que todo, completamente todo, va dirigido a amar y perdonar. Esa debe ser tu medida y también la mía. Si experimentas que no amas ni perdonas, reza y pide que el Espíritu de Dios transforme tu corazón. Porque, de nada nos valen las prácticas, oraciones, rosarios, Eucaristías, sacrificios, renuncias, entregas y obras, y todo lo que quieras añadir, si no amamos y perdonamos.

Todo eso debe ayudarnos a ser cada día un poco más amoroso y misericordioso. Hoy, nos ayuda mucho a entender estas Palabras del Evangelio esa lectura, en la misa de hoy, Rut 1, 1. 3-6. 14b-16.22, donde vemos como Rut renuncia a todo por seguir a su suegra Noemí y a su Dios. Observamos como Rut une el amor a Dios y al prójimo. Tratemos de pedir luz y reflexionar sobre nuestra camino y actitud, porque el cristiano debe saber y conocer lo que Dios quiere, para luego aplicarlo en su Vida.

1 comentario:

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