martes, 22 de agosto de 2017

LA CEGUERA DE LAS RIQUEZAS

Mt 19,23-30
El hombre persigue las riquezas. Riquezas de muchas clases y con muchos nombres. Riquezas de títulos, de victorias, de fama, de honores, de suficiencia, de poder, de fortaleza, de sabiduría, y de tantas cosas como afanes y ambiciones tenga el hombre. Y, lo peor, es que no podemos escapar a esas tentaciones, pues como muy bien dice la canción, todos queremos más.

No cabe duda que en el fondo de todo eso está el motor de la felicidad. El hombre ha sido creado para ser feliz, y no descansa hasta conseguirlo. Lo terrible es que no sabe cómo, y cuando cree saberlo se equivoca, porque en las cosas de este mundo, antes mencionadas, no se encuentra. Todo lo de aquí abajo es caduco, y lo caduco no te hace feliz. Porque una felicidad que se acabe no es completa, ni tampoco felicidad. Ser feliz lleva implícito la eternidad. Si el algún momento dejas de ser feliz, no eres feliz.

La meta del hombre es la plenitud. Es decir, una felicidad plena y eterna. Y eso sólo se encuentra en Dios. Él es la plenitud infinita. Y te la ha ofrecido a ti y a mí. Dependerá de nosotros, ahora, tomarla. Porque, esa decisión exigirá desprendimiento y dirigir todas tus riquezas al bien de todos. No te dice el Señor que dejes tus riquezas, sino que las pongas al servicio de los demás. Todo en función de buscar el bien, la verdad y la justicia.

Ser desprendido es poner tu vida al servicio del bien. No buscar las riquezas, y menos de forma ilícita, sino, si vienen, saber que debes ponerlas al bien de los que más la necesitan. No para aprovecharse y para vivir de forma parásita, sino para establecer cauces contra las injusticias y miserias. Y es que se es rico sin tener cuando tu vida está enfocada al juego pensando en conseguir esos grandes premios que solucionen tu vida. La pregunta, ¿es qué el dinero soluciona tu vida? 

Quizás lo creas así, y, aparentemente, ciego por el poder del dinero, creas que con él todo está arreglado, pero, pronto descubres que lo caduco termina y nada arregla.

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